La presentación de un libro es
motivo, en sí misma, no solo de alegría sino de alborozo y felicitación, y más
con la que está cayendo. Huérfanos de unos dirigentes que nos ayuden a andar el
camino, los ciudadanos necesitamos de un faro que nos guíe. Anamaría
Trillo lo ha adivinado en Umssola, y a través de él, se ha servido para
reconstruir cinco narraciones cortas en torno al tema de la muerte, vista esta,
desde diferentes puntos de vista. Quizá, si nuestros dirigentes y sus más
allegados corruptos leyeran estas cinco historias, no tendrían tanto empeño en
hacer el mal al prójimo almacenando tanto de aquello que no se pueden llevar al
más allá; allí donde la desnudez de sus fríos cuerpos no necesitará sino de un
poco de consuelo. Por si acaso no capaces de gestionarse esa fina capa de
momentánea calma, les aconsejamos que acudan a la filosofía que recubre este, El
faro de Umssola, para buscar un poco de paz y hasta quizá, cordura,
algo que los cinco protagonistas que, un día soñó Anamaría Trillo y después
volcó sobre una hoja de papel, nos enseñan a explorar en vida, pues ya no
tendrá sentido buscarla después de la muerte. Sin embargo, la felicidad y la amplia
sonrisa que gobernaba el semblante de la autora, enseguida nos hizo olvidar
todas estas conjeturas, porque en esta ocasión, nuestra cita en la Biblioteca
Federico García Lorca de Torrejón de Ardoz, era un fiesta literaria.
La cita con las letras comenzó
con la intervención de Noemí Trujillo, poeta y editora de
Playa de Ákaba que ya, desde el principio, invocó a Lorca a través de su
poema Romance de la luna, luna: "Huye
luna, luna, luna, que ya siento sus caballos", que nos cuenta la historia
de un niño que encuentra la muerte. De esa forma introdujo la poesía en la
presentación, como nos dijo, y de paso, aludió a esa sempiterna necesidad del
ser humano de anteponer la vida a la
muerte. Una vida que, en palabras de la Sra. Trujillo, a ella en los últimos
años le vino en forma de aventura quijotesca a través del nacimiento de la
propia editorial Playa de Ákaba; un alumbramiento que llegó acompañado de su
segunda hija, como mejor metáfora de la luz que alumbra el mundo. También nos
contó Noemí cómo nacieron los relatos de Anamaría: de una forma
improvisada, de uno en uno, poco a poco, lo que les sirvió a la editora y a la
autora, para trabajar y corregir mejor cada uno de ellos. En este sentido, como
buena amante de la literatura y los libros, la editora no pudo dejar de
referirse a esos guiños literarios que contienen las narraciones de Anamaría,
y nos refirió a Machado y el concepto de muerte como quimera, o a Bécquer,
como referencias no forzadas, sino naturales, de las experiencias más
importantes de la vida que están unidas a la muerte. Sin embargo, como muy bien
nos apuntó Noemí, la muerte también acuña esa idea de cambio, pues cuando
a alguien se le interroga acerca de su cercanía, y por muy cansado que esté de
la vida, enseguida aflora en el interrogado esa última necesidad de estar vivos.
Una exigencia que la ponente nos glosó empleando las palabras del escritor
mexicano Carlos Fuentes: "Qué injusta,
qué maldita, qué cabrona la muerte que no nos mata a nosotros sino a los que amamos".
Acto
seguido tomó la palabra, Lorenzo Silva, que nos habló de la
actitud frente a la muerte del pueblo japonés, de donde acababa de llegar de su
más reciente viaje a lo largo y ancho del planeta Tierra, y para ello, nos
contó la anécdota del Sr. Nakanishi y la relación de su padre con la fatídica
fecha de 1944 y el genocidio de Hiroshima y Nagasaki. De ahí, que nos remarcara
la importancia del humor ante la desesperación, sobre todo, si no tenemos incluida
en nuestro ideario la posibilidad de la fe. Como muy bien nos apuntó el
escritor madrileño, la muerte es uno de los cinco grandes temas que se pueden
tratar en la literatura junto, por ejemplo, con el amor o la libertad. De ahí,
que ante un mundo tan decepcionante como en el que vivimos, la literatura y su
mágico poder sea una magnífica tabla de salvación del ser humano, tanto para el
que lee como para el que escribe. En contrapunto a todo ello, el Sr.
Silva también nos habló de la importancia del humor en la vida, y nos apuntó
que el hombre es el único ser vivo capaz de reír, si exceptuamos el sonido que
emiten las hienas, lo que le llevó a recordar a la escritora Ángela
Vallvey, cuando le contó la anécdota del señor que le dice que la vida
es una mierda, y ella le responde, pero comparado con qué; un magnífico ejemplo
del minúsculo parcelamiento que muchas veces rodea al ser humano. Lorenzo
Silva terminó su intervención recordándonos un verso antiguo de Petrarca:
"cansado de mirar, pero no saciado".
Anamaría
Trillo tomó la palabra plena de
emoción, como no podía ser de otra forma, y en primer lugar, agradeció la
presencia de Lorenzo Silva y Noemí Trujillo, para a continuación, dedicar
unas palabras de cariño a Juan, su marido, a sus hijos (que le enseñaron el
verdadero del amor —Anamaría dixit—), y resto de familiares, compañeros y amigos,
con una referencia especial a su padre, a quien está dedicado el libro. Y una
vez recuperada de la primera oleada de fuertes emociones nos habló de Ana (la que soñaba con escribir), y de
la anécdota del porqué la unión de sus dos nombres en uno, de las que son
responsables sus respectivas abuelas, y luego nos presentó a Anamaría (la que vive para escribir). Un
nexo de unión, el del nombre y la literatura, que la llevó a la escritora a
recordar su máquina de escribir Olivetti, como mayor ejemplo del esfuerzo y la
necesidad de escribir que en sí misma representa. También glosó rápidamente una
lista de escritores que la han influido, de la que uno llegó a anotar Alejandro
Dumas, Dostoievski o Lorca. Un pequeño aparte de su apasionado discurso
que la llevó a recordarnos que la escritura para ella es una fuente de
emociones, siendo ese el verdadero poder de la literatura; unas sensaciones que
culminó, antes de hablarnos de los relatos, con un: "El libro no soy yo,
pero algo de mí hay en cada uno de los relatos", que según nos dijo
también, son relatos escritos por separado, pero hijos de la misma madre, aunque
una vez leídos, nos parezca que están escritos a la vez, de principio a fin.
"Lo que soy está ahí", nos volvió a recordar, permitiéndose el
pequeño capricho de recordar a uno de sus cantantes country favoritos (música
de la es una gran seguidora) cuando canta eso de: "Y si mañana nunca llega".
Por lo que no nos debe de extrañar las situaciones estrambóticas a las que
somete a sus personajes, con el humor como telón de fondo y mejor fórmula que
nos ayuda a vivir. Al hablar de los relatos, la autora nos dijo que, El faro de Umsssola, que abre y da
nombre a la recopilación, nació de una mala noticia. Y ella dijo ven refleja su amor por el mar y la experiencia del día
que aprendió a bucear, lo que le llevó a pensar eso de que nosotros hemos nacido
para respirar aire. A tumba abierta
es la posibilidad de reflexionar sobre la necesidad de demostrar que sigues
vivo para de esa forma regresar a la vida. Donde
empiezan las circunferencias es un homenaje que la autora hace a la Primera
Guerra Mundial, y una reflexión de lo poco que ha aprendido el ser humano a lo
largo de estos últimos cien años, porque en las guerras nadie vence. Y Conducir por la noche representa ese
último sentido de la vida cotidiana, nos dijo. Anamaría Trillo acabó su
intervención recomendándonos que leamos para poder seguir viviendo aventuras. Y
acabó con esta frase: "Leer para vivir y ser libres.
Ángel Silvelo Gabriel.
2 comentarios:
Hay dos errores en mi intervención, que sólo puede excusar el jetlag bajo el que comparecí en la presentación, recién aterrizado de Tokio: el señor japonés de Hiroshima se llama en realidad Nakanishi, y los versos finales son de Petrarca, no de Dante. En italiano: "Stanco già di mirar, non satio ancora".
Mis disculpas y mi agradecimiento al cronista.
Lorenzo Silva
Lorenzo, gracias por los apuntes. Ya he cambiado los errores de mi transcripción. Ángel Silvelo
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