El mes de agosto en Madrid, te permite disfrutar de una forma muy distinta de muchas de las actividades culturales que diariamente tienes al alcance de la mano, y que la tiranía del día a día no te deja hacer. Incluso, museos como el Thyssen-Bornemisza te ofrecen la posibilidad de visitar sus colecciones hasta la once de la noche, un horario tan novedoso como inhabitual y tan pícaro como atractivo.
Bajo la cúpula estrellada de un cielo despejado, accedimos a la exposición Ghirlandaio y el Renacimiento en Florencia, donde el silencio y una luz casi sepulcrar, nos condujeron sin darnos cuenta, a un ambiente de belleza y recogimiento a partes iguales. La muestra se divide en ocho salas y cuatro partes si no contamos la introducción, y con la excusa de la boda de Lorenzo y Giovanna, la exposición nos va a trasladar al Renacimieto florentino a través de las manifestaciones del retrato privado (primera parte), una boda aristocrática (segunda parte), la devoción privada e iconográfica (tercera parte) y el estudio técnico del retrato de Giovanna (cuarta parte).
La exposición comienza con un plano de una vista general de Florencia, donde podemos apreciar las siluetas de la Catedral y de los distintos Palacios florentinos en los que se ubicaron las obras expuestas, y que de paso, nos dan una medida aproximada de la fortelza y el poderío económico de esta Ciudad-Estado, que en esta ocasión pivota entorno a la obra maestra y pieza estrella de la exposición, que no es otra que El Retrato de Giovanna degli Albizzi Tornabuoni imagen icónica de la colección de pintura de los Maestros Antiguos del Museo Thyssen-Bornemisza y obra favorita del Barón Thyssen que compró en una subasta en 1935, después de que JP Morgan se desprendiera de ella, y a la que el talento de Domenico Ghirlandaio dota de unas inigualables dotes de belleza pictórica y poética sobrehumana pocas veces vistas en una obra de arte. Giovanna aparece de perfil, con la mirada perdida en el fondo, en una actitud de recogimiento, dignidad y pureza, que sin duda sobresale por el intenso color oro de sus cabellos y el cromatismo brillante de su vestimentas a lo que contribuye el fondo oscuro sobre el que está representada y del que resalta el cartel cuya traducción: ¡ojalá el arte pudiera reproducir el carácter y el espíritu!. En toda la Tierra no se encontraría un cuadro más hermoso, lo que nos da muestra de la relevancia de este retrato que Ghirlandaio tuvo que pintar a partir del anverso de una medalla.
Aparte de esta obra maestra del arte renacentista, en esta primera parte (salas 2 y 3), podemos contemplar otra serie de retratos claramente influenciados por el arte flamenco, sobre todo de mujeres y de perfil, en los que también podemos apreciar la evolución de la disposición de las figuras y del colorido elegido para representarlas, a cargo de artistas como Pero del Pollaiuolo y Sandro Boticelli aparte de Domenico Ghirlandaio.
En la salas 4 y 5, podemos ver el esplendor que rodeó a la boda entre Lorenzo y Giovanna (que se celebró desde el 4 al 7 de septiembre de 1846) con obras que se crearon para decorar y amueblar los aposentos privados de Lorenzo en el Palacio Tornabuoni, entre las que destaca, La Adoración a los Reyes, espectacular tondo circular, a las que hay que unir, las que ilustran la leyenda de Jasón y Medea.
En las salas 6 y 7, nos encontramos con una serie de pinturas, esculturas y manuscritos que representan imágenes de Cristo y de diversas escenas de La Virgen, que nos dan una visión del grado de refinamiento que alcanzó el arte florentino en el siglo XV, y la devoción privada de las familias más poderosas florentinas.
La exposición termina con un estudio técnico del retrato de Giovanna, en el que a través de diversas técnicas, se nos muestran los diferentes retoques y cambios que se produjeron en la pintura hasta su resultado final, como un proceso que recrea la propia vida que existe dentro de la pintura y de su afamada biografía, lo que nos parece decir, que el arte existe dentro del arte.
Ghirlandaio y el Renacimiento en Florencia, es un magnífica muestra de la pintura del Quatroccento que nos traslada a la belleza intrínseca del arte y de las familias opulentas florentinas, en la que tampoco falta sus buenas dosis de recogimiento.
NOTA: La exposición se puede ver hasta el próximo 8 de octubre y la entrada cuesta 8 €.
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