Envueltos en unas capas de brillantes colores, aparecieron HATEM en el escenario de la sala Rockitchen de Madrid, dispuestos a enseñarnos entre otras cosas el por qué de su magisterio musical, donde la variedad y la originalidad de sonidos es sencillamente sorprendente y maravillosa. Pero no nos sorprendieron sólo con su sonido, porque la puesta en escena fue genial, diferente y cercana, y para que todos nos sintiéramos igual de agusto que ellos sobre el escenario, adornaron los micrófonos a modo de enredaderas con flores rojas; una radio antigua al fondo del escenario hacía las veces de testigo sonoro y lamparitas de alcoba se distribuían aquí y allá próximas a cada uno de los componentes del grupo que parecían salidos de un cuento de hadas.
Little Boy Lost, or Stevie's Song fue el tema elegido para destapar esa gran caja de sonidos que es HATEM con unos ritmos entrecortados que se mezclaban a la perfección cuando entraban los teclados y la batería que a su vez se fundían perfectamente con las voces de Ana Molina y Loreto García y que como es casi norma habitual en sus composiciones, se componía de dos partes distintas que hacen de sus canciones una labor de virtuosismo compositivo. Con Current Road siguieron en su vertiente más típicamente folkie al estilo sureño, con acordeón y violín, y en el que por momentos casi podíamos cortar la caña de azúcar de la plantación hasta la que nos llevaron HATEM, que esta vez mezclaron su música con voces muy contundentes. Algo que volvieron a repetir con Inuit Tale y un majestuoso final multi instrumentista.
A veces les han comparado con Arcade Fire, lo que parece inevitable si nos atenemos a sus canciones más pop y a su estética cercana a la vertiente más hippie y campera, pero HATEM son mucho más, porque se desmarcan de lo existente para darnos una lección de los diferentes sonidos que instrumentos olvidados, a veces tan sencillos y pequeños como un triángulo o una simple campanilla, son capaces de producir (mención aparte merece el dueto de palmas y castañuelas de Loreto y Ana en el tema Hatem Prayer Team). En este sentido, hay que hacer notar que si Régine Chassagne es el alma de los Arcade Fire, Ana Molina lo es de HATEM, con una gran personalidad y presencia en el escenario, y no sólo por ser la voz que se dirige al público, sino por su capacidad de llenar un escenario que la hacen sencillamente genial y maravillosa.
El bloque que iniciaron con Amor Fati fue el lado más pop, que comenzó con un quejido de acordeón para luego unirse un violín que nos invitó a la fiesta, porque su interpretación nos recordó a una canción de baile en su versión más de verbena y con un sonido más a los Arcade Fire pero en mate, donde casi podíamos visualizar a las parejas de una granja del oeste americano sobre el escenario. Con Golden Sound hicieron un largo inicio instrumental que desembocó en una rítmica canción de baile con banjo y batería y que terminó al sonido de oh, oh, oh, como si estuviéramos en un Saloon de cualquier western. Un ritmo que mantuvieron con Making Your Mum Your Best Friend donde volvieron a darnos muestras del gran dominio multi instrumentista que atesoran. Con Choose Your Own Adventure 2 nos regalaron gotas sonoras que producen sensaciones nuevas y distintas ante algo que éramos conscientes que nunca habíamos visto, y que culminaron con una flauta y un contundente sonido de batería, que continuaron con Hatem Prayer Team, un tema folkie sesentero que podría atribuirse a cualquier gran banda norteamericana del medio oeste americano, y donde asistimos al magnífico duelo de palmas y castañuelas de Loreto y Ana.
Cuando la fiesta ya parecía que había llegado a su fin, llegó la sorpresa de la noche cuando Ana Molina invitó a Miren Iza y al resto de componentes de Tulsa a compartir escenario y fiesta, y entre todos, hicieron lo que hasta el momento es su gran himno A Movement Between These Two, un tema mágico que llega allí donde cada uno le deje entrar. Una canción que nos demuestra que son capaces de compaginar calidad musical y cercanía con el gran público, un camino que quizá deberían explorar más a menudo para llegar a donde se merecen. Para finalizar, las palmas y aplausos del público se mezclaron con las voces de Miren y Ana.
En definitiva, HATEM nos demostraron que son originales, distintos, y sin duda, geniales. Lo que unido a la recuperación de la Sala Rockitchen como una magnífica secuela de lo que fue en su día la mítica Sala Universal nos hace no pedir nada más para pasar una buena velada musical.
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