lunes, 30 de enero de 2012

THE ARTIST: EL REGRESO A LA ESENCIA DEL CINE.

The Artist supone volver a la conjura de las imágenes; a transitar por las historias sencillas que no por repetidas, te dejan de remover el corazón. También es acudir a la elegancia de una música que se adapta como un guante perfecto al relato de los hechos y a ese aura que poseían los estudios cinematográficos en los glamurosos años veinte. Un lugar donde todo era posible, desde el mayor de los triunfos al más sonado de los fracasos. En este film se unen, la sencillez y una capacidad de ensoñación que te envuelve en los límites del deseo y en la fuerza de los sueños para instalarte en una historia que no es la tuya, pero que no nos importa, porque lo que las imágenes nos muestran nos atrapa más allá de la ausencia de sonidos. The Artist es todo una sucesión de nuevas sensaciones, como si estuviéramos redescubriendo aquello que habíamos perdido, pero que nada más verlo sabemos que es nuestro y que siempre nos ha pertenecido, porque The Artist es la génesis de nuestro imaginario colectivo y el regreso a la esencia del cine, a los Lumière, a Chaplin…

El reto de Michael Hazanavicius es centrar la atención del espectador en las imágenes, que montadas a modo de una clásica película muda, se transmutan en algo más, pues aunque tengamos la sensación que la historia que nos cuenta ya la hemos visto, no nos importa, porque queremos saber más y más, y en ese envite, la habilidad cinematográfica del guionista y director Michael Hazanavicius sale victoriosa, pues los golpes de efecto del film son de órdago a la grande y de alguien que maneja perfectamente los tiempos del cine. The Artist es el cine dentro del cine; una meta película que nos muestra los destellos del éxito y los contraluces del fracaso, pero también, el desarrollo de una época con sus aciertos y astracanadas, en la que la ilusión era un juego. Un juego que en este caso es el juego de la vida, donde a veces se gana y a veces se pierde; y que como en tantas otras ocasiones, el paso del tiempo no es neutral, sino todo lo contrario. De ahí, que uno de los grandes aciertos de esta película es que nos muestra el paso del cine mudo al cine sonoro desde el punto de vista del primero, en una maniobra llena de una habilidad y un lirismo portentosos, que como titanes en una batalla naval, salen victoriosos en su enfrentamiento contra el progreso y su desdicha.

En este colosal cuento de las ilusiones, merece una mención aparte la música de Ludovic Bourde, sin duda, un personaje más de la película, pues siempre acude certera al auxilio de las emociones de los personajes y la tensión de la acción. Un entramado entre drama, romance y comedia, que protagonizan a gran altura Berénice Bejo y Jean Dujardin, ambos con una capacidad gestual y un magnetismo de cara al espectador digno de elogio. Podemos decir que es tal su acoplamiento al lenguaje gestual del cine mudo, que se nos antoja difícil volver a verlos fuera de ese formato, lo que sin duda comprobaremos antes o después cuando nos enfrentemos al juicio de nuestra memoria.
En definitiva, The Artist supone volver a la esencia del cine que muchas veces creemos perdida, y que para que no le falte nada, tiene un golpe final sencillamente sublime, digno de una obra maestra.
Reseña de Ángel Silvelo Gabriel.

No hay comentarios:

Publicar un comentario