Playa de Ákaba te obsequia con este libro gratuito. Microrrelatos sobre el lado oscuro de las redes sociales, escritos por los usuarios del «Club de Lectura Chandler&Thompson» El «Club de Lectura Chandler&Thompson», dentro del Portal del Lector de la Comunidad de Madrid, se llevó a cabo en modalidad online del 9 de diciembre de 2013 al 28 de febrero de 2014. En él, los participantes analizaron las obras El largo adiós, de Raymond Chandler, y El asesino dentro de mí, de Jim Thompson.
Esta es mi modesta participación en esta Antología:
AMOR ETERNO
Ángel Silvelo.
En este momento imagino que solo estoy un poco... vacío. Facebook me prometió amor eterno,
y Twitter una relación duradera pero sin compromisos por su parte. Yo accedí, porque no
quería pasar más tiempo en el anonimato. Relaciones adultas de usar y tirar, ese era el trato. A
pesar de todo, en ellos me confesé, e incluso me dejé compartir. Todo por nada, ¿recuerdas?,
me decía mi conciencia cada vez que me veía ninguneado por la ingratitud de las gentes que
acampaban por las redes sociales, y sin embargo..., dejé que mis sueños se desmoronaran
por la laxitud de un simple toque de dedo pulgar.
Mi socio también se hartó de mí, y me dejó abandonado en un banco de una gran
avenida. En ese fatídico momento, pensé que no había fianza posible que me salvara de mi
fatídica condena. Me dejó recostado sobre un banco, seguro de que nadie vendría a
rescatarme. Es verdad, solo soy un libro mal escrito por unas manos más preocupadas en
pasar a la eternidad que en escribir bien. Sin embargo, el BookCrossing al que fui sometido,
ha hecho que alguien me haya acogido entre sus brazos y me esté dando una nueva forma, y
una nueva vida a los personajes que albergo. Mi dueño actual tiene grandes planes para mí.
Ya no soy un perro sin collar, perdón, un libro sin autor, pues ahora han pensado en llevarme a
una editorial, por lo que he oído, una especie de albergue para los libros, donde nos leen con
atención antes de salir del anonimato. Intuyo que Facebook y Twitter a él le seguirán
obviando, pero no a mí, que esta vez inundaré las redes sociales con un nombre y apellidos
distintos, pues a nadie se le ocurrió registrarme ni jurarme amor eterno.
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