Hacía calor en la capital del
futuro extinto Reino el pasado viernes y, como casi siempre, nos refugiamos en
la excusa de las prisas para llegar con la hora pegada a la cita. Ayer fue la
primera corrida de la Feria de San Isidro la que se cruzó en nuestra ruta para
recordarnos eso de que más vale salir con tiempo vayas donde vayas. Y no solo
eso, porque también nos acompañó ese bochorno de las tardes de mayo de la
capital que no te invita precisamente a exiliarte en ningún local cerrado
ausente del sol, sino más bien, a disfrutar de la sombra en una terraza donde
la brisa nos disipe de los malos recuerdos de los primeros calores
primaverales. Ni que decir tiene que, a nosotros, todo este envoltorio geográfico
y climatológico nos daba igual, pues la cita con Eugenio Asensio y su
novela Tiza nos tenía embelesados con la expectativa de los buenos
momentos. De ahí, que nada más vernos, el apretón de manos sucumbiese ante el
abrazo prometido. Al llegar justos de tiempo, dejamos las palabras para
después, porque Anamaría Trillo enseguida hizo de maestra de ceremonias para
presentarnos al autor (Eugenio Asensio) y al periodista Lorenzo
Rodríguez, que hizo de perfecto introductor a la obra de Asensio.
Así las cosas, Anamaría nos recordó el nexo troncal de la novela, que no es
otro que las cuatro visitas que un profesor hace a un exalumno a la cárcel, y
las diferentes sensaciones que la exhaustiva lectura de la obra le habían
producido, destacando ese portentoso último capítulo. Por su parte, Lorenzo
Rodríguez ahondó en lo novedoso que resulta la construcción como
personaje novelístico de un anti profesor repleto de contradicciones, en la maestría
de Eugenio
a la hora de crear los diálogos de sus personajes, y en ese espontáneo
humor que aparece a veces en la trama; un humor que no siempre es de risa
fácil, sino de una cierta amargura por lo que representa.
Hasta ahí, Eugenio estuvo siempre
atento a lo que decían sus interlocutores y aportando algún matiz a las
intervenciones. Sin embargo, fue en su turno de la palabra cuando de repente se
le iluminaron el gesto y la mirada, porque sí, Eugenio Asensio estuvo
arrollador con la palabra, más que convincente en los planteamientos que
esgrimió sobre su obra (a mí al menos me iluminaron mucho el recuerdo de mi
pasada lectura) y aleccionador en sus explicaciones y comparaciones literarias,
cuyo culmen fue sin duda esa extraordinaria y mágica comparación que hizo de
los protagonistas de su novela con Don
Quijote y Sancho Panza; personajes que se complementan y se explican así
mismos a través del otro (como el profesor y el exalumno). Esa, sin duda, es la
gran fuerza que tienen los diálogos de Eugenio en Tiza. Se nota y mucho que
ha sido, y es, un hombre de teatro, pues estuvo algo más que embaucador con sus
movimientos y ese forma de dirigirse al público tan particular, con la que se
ganó la atención y la admiración de todos los que allí estábamos reunidos.
Dicho todo esto, uno quiere
resaltar, después de las grandes virtudes ya destacadas por los tres
interlocutores anteriores, así como, por los oyentes que después intervinieron,
que el gran acierto global de esta novela, y la gran burbuja que lo cubre todo,
es ese existencialismo que destila el profesor sin nombre, pues en estos
tiempos que nos están tocando vivir, no cabe mayor gesto de rebeldía y
valentía, tanto por parte de una editorial a la hora de publicar textos como Tiza, porque pertenecen a la literatura
de verdad, es decir, la de todo la vida de Dios; y la del autor, que alejado de
las modas, ha tenido el coraje de trasladarnos hasta ese punto en el Camus
situó a su Meursault de El
Extranjero. Y ahí está la esencia de esta novela, pues ese es el
ingrediente más universal que posee el hombre, pues lo engloba todo, tanto las
victorias como las derrotas que el ser humano experimenta a lo largo de su vida.
Y lo que es más importante aún, porque Eugenio Asensio y Tiza,
se sitúan en esa literatura que nos hace reflexionar y preguntarnos acerca de
quiénes somos en verdad.
Para completar el perfil de este
gran Eugenio
Asensio, tras la presentación de su novela Tiza, uno tuvo la suerte
de escuchar todos sus planteamientos acerca del mundo editorial, del universo literario
y de su amor por los libros, y aún, por encima de todos ellos, uno pudo comprobar,
no sin cierto asombro, pero sí con una gran admiración, que él por encima de todo
es un hombre que cree en un mundo sin fronteras (conmigo ya somos dos en ese
club), ahora que está tan de moda que cada presidente del gobierno, Comunidad
Autónoma o Comunidad de vecinos, reivindique para sí lo que es de todos. El
mundo es de todos..., habría que recordarles y recordarnos más de una vez. De
ahí, que no me quede sino darle las gracias Eugenio por recordármelo
a través del mágico poder de las palabras. A buen seguro que el escritor Eugenio
Asensio nos va a dar mucho que hablar con sus próximas obras, y para
mí, es un honor seguirle en la colección de narrativa de la editorial Playa de
Ákaba.
Ángel Silvelo Gabriel.
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