Estas jornadas literarias que,
partían de la premisa el nomadismo en la
escritura, han sido, entre otras muchas cosas, una magnífica oportunidad de
atravesar el día a día que nos rodea para poner a prueba a nuestra mirada hacia
todo aquello que no nos resulta cotidiano. Ese espíritu nómada que, en el caso
de los escritores, viene dado a través de ese poder transformador de la
realidad en la que se circunscribe su mundo mediante las palabras, también
podría expresarse como esa última e íntima necesidad de desentrañar las
diferentes verdades que engendra el paisaje. No se nos debe olvidar que, una
parte de los allí reunidos, habíamos acudido bajo la cobertura de la editorial
Playa de Ákaba para hablar de un autor y la ciudad que mejor le representaba,
pero tampoco se nos debe olvidar, que por encima de esos planteamientos se encontraba
otro, si cabe, más mayúsculo. Esa excusa no era otra que el hermanamiento
reconvertido en homenaje al logotipo de la editorial en el que se recoge el
perfil de la playa del Algarrobico del pueblo de Carboneras (transmutación española
y fílmica de la jordana playa de Ákaba) que, en sí misma, ya nos habla de esa
frontera que siempre representan la realidad y la ficción, o el éxito y el
fracaso, pues no se nos debe olvidar tampoco, que ese perfil nos evoca la victoria
del galés Thomas Edward Lawrence al mando de un grupo de beduinos sobre
el imperio otomano. Una hazaña bélica e histórica que años más tarde tuvo su
secuela fílmica en la famosa película de 1962 de David Lean, Lawrence de Arabia, rodada entre otros
emplazamientos geográficos en el pueblo de Carboneras, y cuya escena, donde se
recoge la llegada del héroe a la playa de Ákaba, dejó una huella imborrable no
solo en este pueblo, sino también en aquellos que lo han visitado en alguna
ocasión.
Como decía, esa necesidad de
cambio de la realidad, Thomas Edward Lawrence también la
explora a través de su faceta de escritor en su novela Los siete pilares de la sabiduría, donde nos relata parte de sus
experiencias bélicas y humanas que, muy bien, se podrían resumir es esta famosa
frase del galés: "Existen dos clases
de hombres: aquellos que duermen y sueñan de noche y aquellos que sueñan
despiertos y de día... esos son peligrosos, porque no cederán hasta ver sus
sueños convertidos en realidad". Una frase que también podría ser el
perfecto corolario de estas jornadas que, como he dicho antes, estaban
inspiradas en el nomadismo en la
escritura, a las que se le podría añadir la figura del escritor como nómada. Un nómada es aquel que, aparte de cambiar
constantemente de lugar de residencia, transforma el mundo en el que habita
mediante las experiencias que aporta en el espacio en el que se aposenta
temporalmente. Del mismo modo, que un escritor es en sí mismo un nómada, porque
transforma la realidad en la que se circunscribe su mundo a través de las
palabras. Una necesidad de cambio que nace como un sueño, justo cuando en nuestro
cerebro se origina una idea y la trasladamos al papel o en la actualidad a la
pantalla del ordenador a través del teclado. Ese proceso donde se combinan sueño
e idea es el que tiene el poder de cambiar el mundo.
Otro gran nómada llamado Paul
Bowles, nos recuerda lo siguiente en una de sus más famosas frases:
"mientras el turista se apresura por
lo general a regresar a su casa al cabo de algunos meses o semanas, el viajero,
que no pertenece más a un lugar que al siguiente, se desplaza con lentitud
durante años de un punto a otro de la tierra". A la que podríamos
añadir la siguiente del mismo autor: "el
turista acepta su propia civilización sin cuestionarla, no así el viajero que
la compara con las otras y rechaza los aspectos que no le gustan". Si
obviamos el miedo a volar de Bowles y la sempiterna búsqueda de
sí mismo a través de los demás, presente en su ADN de escritor y viajero, hoy
en día es muy difícil trasplantarse a esa cualidad de nómada, por otra parte ya
mítica, y que está muy alejada de esa necesidad que tuvieron, entre otros, una
gran parte de la beat generation por
asistir a esa gran ceremonia del viaje y del nómada como ficticios lugares de
encuentro. Como digo, hoy en día eso es imposible revivir esa especie de viaje.
Sin embargo, hoy en día sí hay personas que atesoran ese estigma del carácter
nómada en su forma de vivir y reinterpretar la vida. Yo confieso que no conocía
a nadie de carne y hueso hasta que conocí al escritor Lorenzo Silva, cuyo
carácter de viajero y cuyo alma nómada, según él mismo ha confesado, le han
llevado, por ejemplo, en apenas quince días a trasplantarse desde la base
española de Herat en Afganistán a los cursos de verano de la Universidad de
Huelva, y después de varias escalas, al pueblo de Vera en Almería, donde a las
ocho de la tarde presentó Nómadas (el
libro nº1 de la colección Breve de la editorial Playa de Ákaba), en ese gran
espacio literario y cultural que es la librería
Nobel de Vera. Por tanto, el concepto nómada admite y conlleva muchas
acepciones, entre otras, la del propio Elías Gorostiaga, escritor y antólogo
de la colección de relatos Nómadas,
cuando nos dice eso de: "el viaje te
descubre, te enseña y te cambia, todos los grandes escritores han experimentando
viajando".
Después de este largo preámbulo,
parece claro que el viaje es en sí mismo el mejor pincel que modela nuestro
paisaje: Una metáfora que define muy bien lo que es la vida y sus consecuencias,
y en donde, como en el mejor de los relatos de viajes posible, se dan la mano
las diferentes verdades que engendra el paisaje. Pero circunscribiéndonos a lo
que podría ser una crónica del fin de semana que pasamos en Carboneras, el relato
de los hechos debe empezar en Vera, donde Elías Gorostiaga y Lorenzo
Silva presentaron el libro de relatos Nómadas. En una repleta librería Nobel de Vera, ambos escritores
exploraron las características de los relatos de viajes desde distintas
perspectivas, incidiendo en esa cualidad transformadora que el viaje en sí
mismo posee sobre las personas, y por ende, en el escritor, que siempre tiene
una mirada distinta sobra la realidad que le rodea. Al día siguiente, muy
temprano, nos dirigimos a pie desde el Hotel
El Dorado donde nos hospedamos (construido a propósito para el rodaje de
Lawrence de Arabia) hasta el rehabilitado Castillo
de San Andrés, un marco incomparable para hablar y escuchar historias
literarias, si no fuera por el implacable calor húmedo que nos acompañó durante
toda la jornada y que, al que suscribe, le dejó fuera de combate en más de una
ocasión.
Rompió el fuego el alcalde de
Carboneras, Salvador Hernández, dando las gracias a los que allí nos
reunimos entorno a Lawrence de Arabia, Carboneras y la literatura, para casi al
final de su intervención recoger el testigo que le lanzaron al pedirle la
celebración de la segunda edición de esta Jornada Literaria de Carboneras para
el año que viene, pues el poder de convocatoria de esta primera edición fue más
que notable y el hermanamiento entre el pueblo, sus numerosos escritores y la
editorial Playa de Ákaba y los autores de la misma que hasta allí nos desplazamos
fue más que positivo. Aquí quiero hacer un aparte en este relato, por la parte
que me toca, para agradecerle a Javier Irigaray de www.Versovia.com el interés mostrado hacia mi
novela Los últimos pasos de John Keats
y la difusión y el apoyo que está haciendo de la misma en su web. A
continuación, intervino Lorenzo Silva para hablarnos de las
intenciones y principios que le han movido a iniciar, junto a Noemí
Trujillo, esta nueva aventura editorial llamada Playa de Ákaba, para
continuar glosando su profundo conocimiento de Lawrence de Arabia, David Lean
y el paisaje de Carboneras. Un testigo, el de Carboneras que recogieron muy
bien tanto Mario Sanz Cruz (farero de Mesa Roldán) como Evaristo
Martínez, que nos mostró la profusa relación de Almería con el cine a
lo largo de los años. Después llegó el turno de los escritores y sus ciudades
vistos por los autores de Playa de Ákaba. Rosario Curiel lo hizo con Alejo
Carpentier y La Habana, uno mismo lo hizo con John Keats y Roma y Rafael
Melero con Stieg Larsson y Estocolmo. Terminado el turno de la mañana Juan
Soria con la Praga de Kafka.
La segunda parte de la jornada se
inició con la ponencia sobre las experiencias en el proceso de escribir, donde Elías
Gorostiaga hizo referencia al poder de transformación de la escritura, Noemí
Trujillo glosó, entre otros, los conceptos del escritor atormentado y
el escritor productivo a través de la novela Si una noche de invierno un viajero del escritor Italo
Calvino, para pasar a continuación el testigo a Anamaría Trillo, que de
una forma muy didáctica, nos habló de ese proceso de escribir que conlleva
varios elementos, aparte de la imaginación, y con el que dio unas buenas pistas
para todos aquellos que quieran comenzar a escribir. Más tarde, ocuparon la
mesa de ponentes los autores de Carboneras Manuel Reinaldo Méndez, Francisco Hernández
Benzal y Raúl Quinto, explicando sus experiencias personales, tanto el
mundo creativo como en el editorial, para a continuación, ceder el testigo a Lorenzo
Silva que se encargó de presentar los próximos lanzamientos de Playa de
Ákaba, cuyos autores le acompañaban en la mesa, y con la ciudad de Barcelona
como excusa y nexo de unión. Así, escuchamos a Rosario Curiel hablarnos
de las diferentes realidades presentes en su novela Subway Placebo, que verá la luz el próximo dos de septiembre, y a Rafael
Melero dándonos algunos datos de su novela policiaca, La ira del Fénix, que se lanzará el siete
de octubre. Un Rafa Melero que protagonizó la anécdota literaria de la jornada,
cuando el propio Lorenzo Silva habló de él no solo como policía sino como un
escritor que sabe crear tramas policiales, algo muy raro en el panorama literario
español, según el señor Silva, donde cada vez más profesionales de los cuerpos
de seguridad novelan sus conocimientos y experiencias profesionales. Cerrando
las jornadas , un servidor, que intentó dar unas pinceladas sobre Pessoa y Lisboa, la intrahistoria de un
desasosiego muy literario, que terminé con la última frase que Pessoa
escribió un día antes de su muerte cuando ya estaba hospitalizado: "no sé lo que mañana traerá.."
A la que yo me permito añadir, que esperemos que una larga vida a la literatura.
Esta fiesta literaria tuvo su
colofón en el faro de Mesa Roldán, donde Mario Sanz Cruz hizo de perfecto
anfitrión, no solo con el cóctel que nos preparó a todos, sino también
mostrándonos la gran exposición de faros que ha montado en la vivienda del
propio faro, y en los magníficos libros que nos regaló. En verdad, toda una
experiencia gratificante y aleccionadora esta primera jornada literaria de Carboneras,
que empezó a las siete de la mañana del sábado 26 de julio con el sonido del
despertador, y acabó a las dos de la madrugada del 27 de julio.
Ángel Silvelo Gabriel.
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