Diluvio personal como forma de
empapar el mundo a través de una lluvia imaginaria y profética sobre el mundo y
sus emociones. Diluvio personal como agua purificadora que limpia, pero no
borra, las aristas de la vida y los sentimientos, pues estos permanecen unidos
a nuestra piel de una manera indeleble. Diluvio personal como instrumento con
el que dar luz a los más desfavorecidos, a los anónimos, a los desaparecidos de
un mundo perdido en los likes de las redes sociales. Chaparrones y
aguaceros íntimos, aprisionados en 99 palabras con las que su autor, Miguel
A. Molina, perfila la vida de sus personajes y el mundo que les
aprieta. Un mundo que los atrapa para luego dejarles libres, como los
sentimientos y los reproches que se enquistan en nuestro alma. Alma húmeda y,
profusa en oquedades, donde aún podemos resguardarnos de esa tormenta que nunca
queremos que sea ni bíblica ni exterminadora, porque los personajes que retrata
Molina buscan también la luz y ese último rayo de sol que les
envía el mensaje que merece la pena seguir adelante. Diluvio personal
es el nuevo libro de Miguel A. Molina, Un volumen de 140
microrrelatos con el que se gradúa de una forma definitiva como un experto
narrador del instante encapsulado en sus poderosas 99 palabras. Molina
ya no necesita echar siempre mano de la sorpresa o el giro inesperado o
fatídico. Ahora le basta fijar su mirada y su pluma sobre aquello que le rodea
para marcar un sesgo personal e intransferible a la hora de retratar el
microcosmos de unas vidas llenas de amor y desamor, esperanza y derrota, lucha
y fracaso. Y, sin dudar, en hacerlo, plasmando en sus micros la realidad social
que le está tocando vivir, y así, nos habla de las guerras olvidadas del mundo,
de la violencia de género, del abandono de las personas mayores, o del desamor,
con la misma facilidad que confronta presente y pasado en una poderosa
semblanza de: Sequía, Llovizna, Tormenta o Aguacero.
Diluvio personal
comienza con un magnífico micro titulado Hambruna; una historia que por
sí sola sería merecedora de un premio y que, en este caso, el autor ha regalado
a sus lectores de una forma generosa. En él están presentes muchas de las
preocupaciones que ocupan al autor, donde también al literatura y las
sinuosidades del camino se hacen tan reales como la felicidad o la muerte lo
hacen en nuestras vidas. Por si todavía todo esto no fuera suficiente, Miguel
A. Molina nos regala micros escritos en diferentes formas geométricas:
como por ejemplo son un corazón o una cruz. O también, mezclando número y
letras, en un ejercicio de inteligencia que hace muy visible el desconcierto
del ser humano en la actualidad.
En definitiva, Diluvio
personal es la confirmación de Miguel A. Molina como un
experto microrrelatista, donde a través de las 99 palabras de cada uno de los
140 micros que componen este volumen, nos da muestra de su maestría y acierto a
la hora de fijar su mirada en un diluvio personal. Un diluvio personal, como
forma de empapar el universo a través de una lluvia imaginaria y profética
sobre el mundo y sus emociones.
Ángel
Silvelo Gabriel.
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