¿Qué es ser poeta? Incertidumbre
y misterio se entremezclan como un rasguño y su herida en las ventanas de su
alma. La sangre brota del interior y se derrama para ser contemplada, igual que
un anhelo que busca convertirse en realidad. Todo parte de un deseo que nos
ronda la cabeza y necesita salir de ella. ¿Qué es ser poeta?, me diréis...
quizá todo se reduzca al debate poético entre realidad y deseo, vida y muerte,
vigilia y sueño. Keats, en el devenir de su proceso poético, adivinó el camino
que más tarde le llevaría a la transformación de la vida y el sueño, a lo que
él llamó capacidad negativa; un espacio que no ocupa lugar, pero que es el edén
al que todo poeta aspira.
AL OTOÑO
I
Estación de neblinas y fértil abundancia,
compañera del sol maduro y
fecundante,
con quien conspiras para calmar y
honrar con frutos
las vides que rodean los aleros
de paja
y cargar con manzanas los árboles
musgosos
del caserío, henchir de sazón
todo fruto,
hinchar la calabaza, llenar las
avellanas
de una dulce semilla, y hacer
brotar más flores
y más flores tardías para que las
abejas
piensen que no se acaban las
cálidas jornadas,
pues rebosó el estío sus celdas pegajosas.
II
¿Quién no te ha visto a veces rodeada
de riquezas?
A menudo el que busca por fuera
puede hallarte
sentada ociosamente en medio de
un granero,
agitado el cabello con viento de
la trilla;
o, embriagada de aroma de las
adormideras,
durmiendo sobre un surco segado a
medias, mientras
tu hoz exime al resto de hileras con
sus flores;
y mantienes erguida la cabeza
cargada,
como una espigadora cuando cruza
un arroyo;
o al lado de un lagar de sidra,
hora tras hora,
observas con paciencia los
últimos fluidos.
III
¿En dónde están los cantos de
Primavera? ¡Ay! ¿Dónde?
No pienses más en ellos, tú ya
tienes tu música,
cuando cirros florecen el día
moribundo
y tiñen de violeta los campos de
rastrojos;
y en coro plañidero se quejan los
mosquitos
en los sauces del río, alzándose
o hundiéndose
al ritmo en que la brisa se aviva
o se consume;
y balan los corderos con fuerza
en las colinas,
canta el grillo en el seto, y con
agudo trino
el petirrojo silba desde el
rincón del huerto;
y en el cielo reunidas gorjean
golondrinas.
Ángel Silvelo Gabriel.
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