martes, 4 de agosto de 2009

ANDANDO SOBRE NUESTRO PASADO



Aprovechando que Madrid se encuentra cerrado por vacaciones, y que uno mismo hoy acaba su primera etapa de las mismas, mi chica y yo, nos hemos cogido el Metro hasta Sol y nos hemos dado una vuelta por el centro de la ciudad, y sin quererlo, por nuestro pasado y nuestros recuerdos. Hemos recordado aquel día que ella me vio allí mismo, cuando iba a coger el autobús a casa, después de que yo acabara de hacer mi primer examen de conducir y ella estuviera haciendo pellas de la Facultad junto a una amiga; y también aquella noche de sábado que pasamos juntos en un hotel cercano, para nosotros, una de nuestras primeras noches...

Pero todas esas imágenes sólo son recuerdos, aumentados con la lupa del paso del tiempo y de nuestra dicha por seguir todavía juntos. Lo demás es diferente, salvo los edificios que como perennes observadores contemplan los cambios que los gobernantes de turno se encargan de hacer a su alrededor. Sí, es verdad que todo está mucho mejor y los peatones hemos ganado mucho terreno y que también puedo ir a Sol directamente en Metro desde mi barrio (La Elipa) algo impensable no hace tanto, pero nos faltan las imágenes cercanas de nuestros recuerdos.

Luego hemos subido por la calle Preciados hasta la Gran Vía y he vuelto a mirar los escaparates de aquellas zapaterías donde una vez me compré aquellos zapatos azules terminados en una punta imposible. Cruzamos la Gran Vía y nos adentramos en la calle Fuencarral, nuestro pequeño rincón anglosajón y alternativo de la ciudad. Sí, también peatonal y apenas reconocible a como yo me lo encontré con dieciocho años. Cerca de allí trabajé durante cinco años, y cada rincón parecía decirme algo (el Horno de San Onofre, el restaurante asturiano, la ferretería...)

Un poco más allá, San Mateo Seis y casi enfrente, Pachá y But, donde he disfrutado de la música de algunos de mis grupos anglosajones favoritos (p. ej: Inmaculate Fools, China Crisis, etc). Giramos a la derecha y llegamos a las inmediaciones de Alonso Martínez, donde un cartel anómino de comida rápida sustituye al primer local de Pizza Hut de la ciudad, en el que había que esperar grandes colas para poder entrar. En las bocacalles que lo cercan, pasé muchas de las tardes noches de mi primera juventud, con amigos, amigas y contigo. Allí también descubrí una tienda de avalorios que me pareció original, como los pendientes que un día le regalé a mi hermana África. A pocos pasos de allí, mi chica se compró su chupa motera de cremalleras y no mucho más lejos, antes te podías encontrar a Miguel Bosé, José Coronado...

Nos tomamos una cerveza en Santa Bárbara antes de volver a casa, y después, dejamos descansar a nuestros pasado,mientras con una cómplice sonrisa nos encaminábamos de nuevo al Metro para volver a casa.

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