domingo, 30 de agosto de 2009

LANZAROTE: FUNDACIÓN CÉSAR MANRIQUE.


Hasta que uno no visita la isla de Lanzarote no es consciente de la dimensión de este estudiante de la Escuela de Arquitectura Técnica de la Universidad de La Laguna, y profesor de arte y pintura por la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Cabe decir, y creo no equivocarme, que Lanzarote no sería lo mismo sin César Manrique, y éste no habría llegado a donde llegó sin su isla.


La impronta de su perfección en la creación de los espacios volumétricos en forma de círculo y la línea curva, no dejan indiferente tanto al observador de sus creaciones como al medio natural en el que las mismas se depositan. Pero sería injusto delimitar el espíritu de este visionario de la arquitectura natural si no mencionásemos también su faceta de conservador medioambiental de un entorno natural distinto, agreste, pero con pequeños rincones fascinantes y salvajes.








Dentro de la obra arquitectónica de Manrique, yo destacaría sin duda su residencia-estudio en Tahíche, donde a modo de mirador sobre la ciudad de Arrecife y el Oceáno Atlántico, y en medio de un mar de lava, levantó un espacio en dos alturas que no te deja indiferente. En ese espacio la roca, la luz y el agua juegan a encontrarse y esconderse. Estos primarios elementos naturales albergan parte de los caprichos y pequeños tesoros del artista, a veces en forma de lucernarios y otras en manifestaciones más convencionales del arte como son sus cuadros y esculturas. En este sentido, la colección particular de Manrique es mucho más extensa e importante que la del propio MIAC de Lanzarote, donde se dan la mano obras de Picasso, Mompó, Millares, Canogar, etc, con la suya propia.
El espacio que ocupa la Fundación es en sí mismo impactante, los jardines son jardines de lava negra y la naturaleza es la verdadera protagonista de este espacio de libertad creativa, que le sirvió a César Manrique para poner de manifiesto su binomio arquitectura-naturaleza en una simbiosis que yo jamás había visto.
Su principal característica es una magistral sencillez, que consigue armonizar la construcción de su casa con el terreno donde se ubica, un lugar agreste y difícilmente manejable, pero que visto el resultado final no cabe de calificar sino de magnífico.

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