Entre tenues sonidos de su guitarra, y una voz que nos recuerda a la de las mejores cantantes folk europeas, y sobre todo norteamericanas, hace ya casi un año que se editó su primer LP bajo el nombre de Ashfield Avenue. Un trabajo muy meditado que nos dice mucho de sí misma, no en vano ya lo tituló con el nombre de la calle de Lancaster donde vivía, como muestra de sus señas de identidad, que en la actualidad recalan en Murcia, pero que en estos momentos está intentado exportar a su Inglaterra natal y posteriormene a Francia y Portugal.
La nueva hornada de cantautoras indies del folk patrio, nos está dejando agradables sorpresas que van más allá de Russian Red, La Bien Querida o Boat Beam, lo que nos congratula una vez más con la buena música, a la espera que en el caso español suceda como en el mercado anglosajón, en el que la línea que separa a los grupos independientes de los medios de comunicación más masivos es cada vez más fina y difuminada, algo que en España no ocurre ya que siempre nos bombardean con los mismos artistas y tipo de música.
Pero Alondra Bentley es mucho más, cercana en sus composiciones y pasional en su música, tiene las claves para poco a poco irte pidiendo paso a través de tus oídos, para posteriormente instalarse en tu corazón, lo que no hace sino confirmar y remarcar la confianza en un trabajo en el que ha puesto lo mejor de sí misma (y es mucho).
Ahora, entre concierto y concierto, prepara su nuevo larga duración, que según confiesa, va más hacia el jazz, y para el que está aprendiendo a tocar el banjo y el piano de una forma autodidacta.
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