martes, 1 de junio de 2010

GOOGLE vs ESCRITORES


Qué puede más en el ego de un escritor, la curiosidad o la vanidad. Si nos inclinamos por la primera, podríamos aplicar aquí el dicho popular de la curiosidad mató al gato, que le lleva al protagonista de la acción a ser víctima de su propio encandilamiento. Sin embargo, si optamos por la segunda, ésta también es ilimitada y del mismo modo, el protagonista puede acabar siendo víctima de sí mismo. Entonces ¿qué es lo que lleva a un escritor a someterse a la tiranía del botón "buscar" de Google?. En un escritor consagrado y famoso, podemos pensar que se trata del simple afán de conocer qué es aquello que se dice de él y su obra, y en este caso, la balanza entre curiosidad y vanidad dependerá de él mismo a la hora de vencerla hacia un lado u otro.
Pero reconozcámoslo, tampoco hay nada de malo en ver qué se dice de uno mismo, como tampoco lo hay, en consultar las noticias en internet para estar al día de lo que se dice tanto de uno como de los demás, pero qué ocurre cuando el escritor víctima de su ego activa la alerta que le avisa que su nombre ha sido objeto de una nueva mención en el universo global de internet. Ahí ya estamos en el territorio pantanoso de la tentación, que en este caso puede llevarle al protagonista a traspasar la barrera del egocentrismo en caso de que tal mención sea favorable, o al de la inseguridad, el miedo y el rencor si la mención hace escarnio de su obra o de su persona. Por no meternos aquí en el profundo e intrincado mundo de los comentarios a las noticias y artículos publicados, donde los límites de lo correcto son ampliamentre traspasados.
Pues sí señoras/es, ese parece ser el mal que recorre las venas internaúticas de algunos escritores (para colmo de los grandes), respetados y santa santorum de la literatura universal tanto patria como mundial (hay que tener aquí en cuenta que internet no tiene fronteras), pero lo que no sabemos, es la incidencia que tal o cual comentario tiene en el devenir de la popia obra de los protagonistas y por ende en el futuro de la literatura con mayúsculas, por no mencionar a su ánimo o ego.
En el otro lado del patio, se encuentran aquellos escritores que sin haber traspasado la barrera del anonimato, utilizan esta herramienta para saber de sí mismos, pero en este caso, con la certidumbre que nada se dice de ellos, pero en el fondo, cuando aprietan el botón también se igualan en las dosis de curiosidad y vanidad con su colegas famosos (quizá porque todos en esencia sean personas sin más distinciones).
Por tanto, señoras/es, piénsenlo dos veces antes de pulsar el ratón en la tecla "buscar" de Google cuando en su barra se encuentre escrito su nombre y apellidos, porque puede que el resultado no sea de su agrado.

¡Que tengan felices sueños!

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