Todo en The Gift es un juego. Un juego maravilloso de palabras, música, imágenes y sentimientos que te envuelven desde la primera nota. Este Explode, más allá de ser un fantástico regalo (the gift), es una sinfonía de sensaciones, que al igual que las olas del mar, te mecen los sueños de los que nunca te gustaría despertar. Ayer The Gift en el Teatro Price, y dentro de los conciertos del Heineken Music Selector, jugaron a ser grandes, muy grandes cabría matizar, porque el impactante final sentados en el patio de butacas rodeados del público y un micrófono intentando recoger esa maravillosa instantánea, nos da muestra de la cercanía de este grupo con sus seguidores, y de las ganas de agradar, que como el nombre de su último trabajo, son una explosión de luz, color, buena música y mejores sentimientos. Todavía no sabemos lo que nos deparará nuestra trayectoria vital, pero ayer fuimos testigos de una de las mejores manifestaciones musicales de todos los tiempos, lo que nos lleva a decir sin ningún sonrojo que fue uno de los mejores conciertos de nuestra vida, y para recordar otro igual, deberíamos retrotraernos a ese otro mítico concierto de U2 en el Santiago Bernabeú en el año 1987.
La historia de este apoteósico concierto comenzó con Primavera, interpretada por Sónia Tavares en un hipnótico portugués apoyado por los suaves teclados y unas potentes bases que acabó con el grito de Sonia: ¡Madrid!, que le vino como anillo al dedo para explotar con el primer hit de la noche, que no es otro que RGB, que por lo visto en la atuación de ayer, es el leitmotiv de Explode, y donde Sónia Tavares, convertida en una gran maestra de ceremonias durante toda la noche, solicitó la colaboración del público en los continuos sube y bajas que a la mitad de la canción se convierten en la primera manifestación del tono burlesque de cabaret por parte de Sónia (muy en la línea de la gran Marlene Dietrich). En ese ritmo endiablado de medio tiempo en el que The Gift se desenvuelve tan bien (donde sólo aparentemente parecen haber dejado a un lado ese epicismo sonoro que los caracterizaba), y que adornan de una intensidad y una fuerza muy de nuestros tiempos, atacaron My Sun (en esta canción están muy cercanos a los multitudinarios Arcade Fire), con un ritmo muy alto y que para nosotros sí se convirtió en una sinfonía épica de sonidos encontrados, con un predominio de las guitarras que nos invitaban a volar y a soñar junto a la portentosa voz de Sónia Tavares, que en Made For You nos dejó extasiados con el solo de voz con el que inició la canción, mientras en las pantalllas que se erigían al fondo del escenario se proyectaba la palabra Trust entre una gama de arcoiris de colores, y que retrata muy bien esa idea del sostenimiento global de The Gift, que a ritmo de palmas casi flamencas hacen de este tema una fiesta colectiva.
A la pregunta, que una pletórica y sonriente Sónia lanza al aire del Teatro Price, de: si os ha gustado el disco, se inicia 11:33 a ritmo de rap, lo que hace que sus fans disfruten al máximo con los expresivos movimientos de Sónia sobre el escenario. Con Music, el escenario se carga de una fuerza arrolladora (Sónia lanza besos al público) y donde su voz nos vuelve a recordar por momentos a la de un cabaret, subiendo hasta un nivel muy alto, tan alto, que nos redime a todos los presentes que ahora sí, caemos rendidos ante The Gift y esa fiesta colectiva llamada Explode, que se desborda en una riada de sentimientos incontrolados y que se unen en un final acapela. En Mermaid (cómo nos recuerda esta canción a lo mejor de Prefab Sprout) nos presenta a Paulo Praça (uno de los músicos invitados) a la vez que una sirena se hace dueña de la pantalla como símbolo de una gran perfomance de sonidos electrónicos e imágenes, que reproducen un sonido muy fiel al del disco a la vez que recrean los ecos de las sirenas que llenan el Teatro Price. Con Suit Full of Colours el ritmo se toma un respiro, y el escenario se llena de ecos de Leonard Cohen y de triángulos de colores que desembocan en una perfecta ópera sonora que nos invita a romper todas nuestras barreras y a explotar junto a unos teclados (grande Nuno Gonçalves) que nos vuelven a acunar nuestros sueños junto a la voz de la prodigiosa Sónia.
Driving es otra canción antigua (así la presenta Sónia) que vuelve hacer bailar a todo el mundo. Una canción que conjuga una explosión de ritmo y alegría que Sónia vuelve a dirigir perfectamente, y que el resto del grupo transforma en un delirio electrónico con los potentes teclados, y que acaba con el dúo de Sónia y Nuno y los coros de todo el público, lo que nos lleva a la mítica Race is Long (nos presentan a otro de los músicos invitados, Leo) con una larga carretera de fondo en las imágenes y una nueva explosión de furia, intensidad y ritmo frenético en el escenario, que nutre las ilusiones de los espectadores y que vuelve a desbordar este maravilloso juego de las ilusiones al que The Gift nos invitó a jugar ayer con este himno postmoderno lleno de una emotiva carga de positividad. 645 fue otro de los temas de trabajos anteriores (nos presentaron a Mário, el batería). Un tema que comienza con un tono burlesque en la voz de Sónia, a la que acompañan unas guitarras que resaltan de manera especial, y que juegan al juego de la buena música, y que bajo el coro colectivo de oh, oh, oh, se tiñe de cabaret, pero que se transforma con el solo de teclados que se marca Nuno y que llevan a la canción a un ritmo desbordante de sonidos y fantasía que Sónia se encarga de escenificar cogiendo el mando de un grupo que sin duda juega a ser grande. Always Better If You Wait For The Sunrise fue el final del bloque principal del concierto. En esta ocasión, el escenario se llena del lado más melancólico de The Gift (al estilo The Cure, como dijo Sónia) y le acompaña un territorio lunar teñido de rojo que con pecas blancas adorna este lado más oscuro de la banda portuguesa y que Sónia (soberbia toda la noche) interpreta como si estuviera enmedio de una hecatombe nuclear, donde todo se tiñe de grises tirando a negro. Una batalla en la que ella sale de nuevo victoriosa, con una maravilloso recital de voz (qué gran cantante) y que parece que acaba con stop, stop, stop,... pero que se vuelve a iniciar en un increíble arranque más maravilloso que el anterior si cabe, y que la gran Sónia Tavares convierte en una ópera pop, intensa, maravillosa, sublime, para recordar...
El primer bis se inició con Let it Be by Me, y lo hizo como un arcoirirs de sonidos que van desembocando a un lirismo acústico vigoroso. A continuación Sónia nos presenta The Singles el tema más largo de su carrera,) donde como ella nos dijo, es un tema que trata de un compositor que nos capaz de componer singles y necesita de doce minutos para hacerlo. Este tema se divide en cuatro partes, comenzando por el lado más The Gift para derivar en una ópera rock de los sententa en su segunda parte (versión The Gift) y que en la tercera se comporta como una disgresión cacofónica de voz y guitarras para volver a ese tono burlesque que tan bien interpreta Sónia y que sube hasta volver a fundirse con el ritmo inicial, que ayer acabó con Nuno sobre el escenario, en otra demostración de lo que es Explode.
El segundo bis comenzó con una canción que no está en nigún disco, In Repeat. Un tema largo que se inicia con una buena carga de sonidos pregrabados y la voz distorsionada de Nuno, y que se comporta como un tema tecnopop muy intenso en el que Sónia vuelve a entregarse y disfrutar, y en el que no falta una demostración de malabarismo sobre los teclados de Nuno, lo que le prolonga canción en una infinita ópera sonora y vocal con la diosa Sónia Tavares al frente. Semejante estado de éxtasis colectivo nos lleva de nuevo a RGB, que en esta ocasión interpretan de un modo diferente y que deja al público con ganas de más, pidiendo otra, otra, otra sin parar, lo que lleva a Sónia, después de hacer el protocolario saludo colectivo del grupo, a la gran sorpresa de la noche, pidiendo un hueco en el patio de butacas para cantar entre el público una maravillosa Aquatica (otra vez nos llegan ecos de Prefab Sprout y ese genio de la música llamado Paddy McAloon) para el que Nuno pide silencio, pues sólo pende un micrófono por encima de ellos en este maravilloso final unplugged. Entre sonrisas de complicidad y una más que impactante interpretación de Aquatica rodeada de flashes, móviles y caras de incredulidad, acabó ayer esta maravillosa fiesta colectiva que The Gift ha llamado Explode. Sónia Tavares, Nuno Gonçalves, John Gonçalvez y Miguel Ribeiro, gracias.
Crónica de Ángel Silvelo Gabriel
Allá por el 2003 cuando estaban en la gira de Yoshimi battles y yo justo me estaba quedando de vacaciones en el hotel four seasons las vegas me fui a escuchar algún recital y las escuché sin conocerlas y me atraparon completamente, tanto es así que las sigo escuchando
ResponderEliminarSigan así!!!!