sábado, 18 de febrero de 2012

THE NOISES, BELLAVISTA: EQUILIBRIOS POP-ROCK.

La música de estos jóvenes madrileños que se hacen llamar The Noises (Los Ruidos) y que a pesar de su parecido en cuanto al nombre con The Art of Noise, no tienen nada que ver con el conjunto inglés, porque lejos de la música experimental y bajo el estandarte del pop-rock más divertido, ágil y a veces bailable, apuestan por un conjunto de canciones basadas en un ritmo trepidante que comienzan con La ciudad es tuya, donde la voz de Fran Gómez nos lleva hasta Tequila, pues su registro vocal es muy parecido al de Alejo Stivel, y no sólo eso, porque en esta ocasión si comparten con el grupo hispano argentino el ritmo trepidante y la inmediatez de su música que se desenvuelve como un chorro de luz en el alba de la música. Una característica que se repite en Rara Avis, dado que Mandanga es más una aproximación hacia su vertiente pop con teclados de fondo, que la proporcionan una resonancia más indie.

Equilibrios es una de las canciones que más sobresale de este disco, que en su conjunto es bastante homogéneo. Equilibrios es un tema, que salvando las distancias, nos recuerda mucho al del grupo madrileño de los años ochenta PVP, El coche de la plas, pues el punteo de la guitarra alude sin duda a esa emergencia que surge tras el peligro; un peligro que esta vez es existencial, y que nos lleva hasta 1984 (Nos oyen) otro ramalazo sonoro genial y de lo mejor de The Noises, con voces, coros, teclados, batería y guitarras, a las que se unen una sugerente letra, para llevarnos hasta la distancia perfecta de los medios tiempos entre el pop y el rock que tan bien recrean los de Getafe; todo un tiro.

Control es otra cacofonía tequilera con ecos de guitarras de otros tiempos que se precipitan sobre la voz de Fran y las distorsiones que le acompañan: “si quieres ver como se baila el buen rock’n’roll”, pues eso. Un ritmo que para nada se diluye en Shake, una composición con grandes dosis de urgencia musical y de la otra, donde las influencias anteriormente mencionadas vuelven a estar presentes, salvo en ese gemido salvaje que las adorna. Adiós al mundo reposa en la memoria de sonidos más melancólicos, al que acompañan ese característico sonido de guitarra marca de la casa, que nos lleva hasta Giselle, en un tono trepidante de tonos muy cercanos al resto del disco, donde la urgencia es tan latente que casi se puede tocar. Una reminiscencia vital que se traslada hasta Noviembre, otro de esos temas que juegan a quedarse en el disco duro de nuestros oídos, que se mueven al escuchar este disco, en un portentoso equilibrio entre los sonidos pop-rock más frescos del panorama musical español.

Reseña de Ángel Silvelo Gabriel.

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