La poesía es la argamasa con la
que se forjan los sueños, o al menos, esa fue la impresión que nos quedó del
acto del pasado sábado en la presentación de los poemarios de Noemí
Trujillo y Elías Gorostiaga. Dos obras que, exploran en el frío interior
de nuestra existencia, a la hora de expresar con un intenso calor aquello que
la vida nos regala y nos quita. La cita estaba prevista para las doce del
mediodía, y un espléndido sol casi primaveral rubricó este espectacular duelo
de poetas. Un Paseo de la Castellana, vestido con sus silencios de fin de
semana, fue sin duda, el mejor recibimiento que se les podía ofrecer a estos
dos poetas llegados desde Barcelona o alrededores. Y sin darnos apenas cuenta,
nos sumergimos en lo de verdad importante: la poesía. Lorenzo Silva rompió
aguas en primer lugar, un símil que define muy bien el alumbramiento de estos
dos poemarios que el escritor-editor nos recordó, que eran libros que venían de
atrás, y que ambos, eran el resultado de un trabajo intenso. Y ambos también, nos
apuntó, nos invitaban a pararnos un momento y echar la vista atrás…, porque
vivimos tan a corto plazo que perdemos la percepción del horizonte. Al
referirse a Tiempo de invierno, el poemario de Elías Gorostiaga, empleó
las palabras breve y condensado. Fruto de un verano tórrido y pegajoso en
Barcelona, y por tanto, escrito en defensa propia. Un mundo, el del Tiempo
de invierno, en parte ido, perdido, congelado…, o esa es la manera en
la que Elías lo transmite, y que la vez, es emocionante, añadió el
escritor madrileño. En esa lucidez de la que siempre hace gala el Sr.
Silva, al menos cuando uno tiene la oportunidad de escucharle, también
nos recordó que hoy en día es un milagro publicar poesía, como un milagro
también es que la poesía encuentre lectores. Milagro o no, lo que sí es cierto
es que la planta baja de la librería Lé de Madrid estaba abarrotada, con muchas
personas de pie asistiendo a esta presentación matinal.
Anamaría Trillo,
escritora-editora, expresó su agradecimiento hacia Playa de Ákaba por ser en su
vida personal y profesional el origen de todo. Encargada de presentar el
poemario de Elías, apuntó que podría hablar de los dos, pues participó en
ambos en el proceso de edición. Vengo a hablar de poesía, nos dijo la
escritora, pero antes quiero hablar del acto al que asistí el pasado 23 de
febrero, porque es día descubrí que la poesía es el origen de lo que los
autores queremos transmitir, y cuando recuerdo ese día, creo que la poesía
tiene esperanza, apostilló Anamaría, como breve introducción
antes de aludir a que había leído el poemario de Elías por la noche. La
poesía tiene tanta fuerza, que cuando uno lee poesía lo que ve es lo que el
poeta quiere contar. Al coger la portada de este libro la primera impresión que
transmite es frío, y te traslada a León, a la infancia, a la leche tibia…, esa
es la fuerza de la poesía, nos recordó. Tiempo de invierno es un libro que
te transporta al origen, y a lo que tú eres. Cuando lo he leído he recordado
las arrugas en la piel. ¿Cuál es el logro?, nos dijo dirigiéndose a Elías,
que no sé si es tuyo o mío, porque Elías me cuenta lo que le ve y lo
que yo veo, en una bella simbiosis entre creador y lector. Para finalizar, la
escritora quiso agradecerle el trabajo a Elías desde que le conoció, y quiso
también, agradecerle a Noemí la oportunidad de conocerla a
través de sus poemas.
Elías Gorostiaga empezó
su intervención agradeciéndole sus palabras a Anamaría Trillo, y nos dijo
que todo el mérito no es mío, sino del lector, para continuar expresando: me
gusta la determinación del librero de Lé por su apoyo a la lectura. Enseguida
relajó el nivel de su intervención cuando recordó su anterior presentación en
Madrid, y la anécdota, compartida con Lorenzo Rodríguez, de su anterior multi
gira madrileña, primero también por Lé, y su posterior cita en una librería de
Lavapiés al día siguiente, donde solo asistieron tres personas. Una circunstancia
que Lorenzo
Rodríguez esbozó desde la ironía al evocar el fracaso de una larga
preparación, lo que le llevó a enfadarse con el propio Elías. Enfado de corta distancia y duración como pudimos comprobar
el sábado. Enseguida dejó Elías las risas que a todos nos
arrancó la anécdota de su anterior presentación, para una vez volcado sobre el
texto que había escrito nos dijo eso de: lo que quiero hoy hablar es de que
vivimos sobre un cementerio que está lleno de cuerpos..., un cementerio sobre el que luego se siembra trigo, se hacen
carreteras..., excelente metáfora de lo que significan las raíces y los
recuerdos que nos afianzan a ellas. Yo, después de veinte años y tres de Playa
de Ákaba, rescato este libro y me veo menos en él cada vez que lo
leo..., entonces, por qué se ha publicado. Es algo milagroso, pues habla
básicamente de la muerte. Es un libro que ha olvidado a su autor y el autor a
él, pero también, es un homenaje al paisaje, y un símbolo de una batalla que se
agota. Lo escribí pensando en que sabía qué era la soledad, sin embargo, la
auténtica soledad solo llega cuando pierdes a alguien verdaderamente
importante..., ese camino que llega después. Las mujeres son las que te anclan
al tiempo, al paisaje y a la vida, añadió. En medio de todo eso estoy yo, en
mitad de la leche tibia... Cuando paseas por Madrid o Barcelona no es lo mismo
que hacerlo por Valencia de Don Juan, porque aquí, el paisaje te aborda y se
apodera de ti. Este libro es un paisaje frágil que vuelve allí. Solamente
viviendo, volvemos a morir y llegamos a marzo que es donde acaba el poemario y
la intervención de Elías.
Lorenzo Rodríguez inició
su intervención diciendo que Elías cuenta las cosas a su manera,
por ejemplo, la presentación de hace cuatro años. Pues, aprovechando el viaje a
Madrid, me propuso hacer una pequeña gira. Claro está, todos mis amigos y
conocidos se vinieron a Lé, y no a la librería de Lavapiés al día siguiente.
Menos mal que luego en la cena me reconcilié contigo. En aquella librería,
aparte de las berenjenas fritas, daban cava, pero como estuvo vacía no nos lo dieron,
nos recordó Lorenzo R. entre las risas de los presentes, por lo bien
argumentada, narrada y escenificada que quedó la anécdota de la anterior presentación
de Elías
en Madrid. Diferenciada la anécdota por parte de Lorenzo R., el sentido de
su intervención cambió radicalmente y nos contó que, cuando era niño, siempre
quiso que le tocara un sobres de esos de Nescafé que llevaban un sueldo para
toda la vida, para de esa forma poder dedicarse a lo que él quisiera. A lo que
añadió, que la amistad que le une a Lorenzo Silva es mejor que un sobre
de Nescafé, porque me ha dado muchas alegrías, y entre ellas, el regalo de
conocer a Noemí. La vida que, en muchos sentidos es cicatera, sin embargo,
a mí, me ha hecho un gran regalo cuando conocí a Noemí Trujillo. Yo
definiría mi relación con ella como muy estrecha, pues raro es el día desde que
la conocí en Vilapoética que no intercambiamos unas letras. Por eso, yo a ella
la entiendo perfectamente, conozco sus luces, sus heridas y sus cicatrices, y
gran parte de todo ello está en este libro, que tiene un gran valor literario.
Un libro testimonial muy fuerte de su vida con Lorenzo Silva, del primer
al último verso. Todo el libro es una carta de amor a la persona amada. Este
poemario, que tiene una gran valor literario, es un gozo y un disfrute para el
lector, porque aquellos versos que consiguen hacernos pensar y emocionarnos nos
hacen la vida mejor. En cuanto a las razones de su valor literario, nos apunta Lorenzo
R. que asistimos a la evolución de una voz poética desde su inicio;
también incide en que es una poesía muy original porque apela a las cosas
cotidianas, a lo que nos preocupa a todos, y lo hace con un enorme talento literario,
que trasciende la cotidianeidad para hablarnos a nosotros mismos desde la
trascendencia. También nos apunta Lorenzo R., que muchos de sus poemas
son bastante impúdicos, en los que además, vuelca las preocupaciones que poco a
poco van surgiendo, como por ejemplo, el niño, la casa... Es una poesía
levemente culturalista con referencias literarias muy finas. Es una poesía que
ha ido ganando en libertad y originalidad, y que contiene un realismo sucio y
una poesía de la experiencia. Noemí ha conseguido cincelar una voz
propia. Un lugar con nieve es un libro hermosísimo al que se puede
volver muchas veces.
Noemí Trujillo comenzó su
intervención recordándonos que la cultura es un acto de participación, y que si
no hay lectores no hay libros, expresando su alegría al ver a muchas personas alrededor
que hacen que todo esto sea posible. Al repasar los poemarios que componen Un
lugar con nieve nos dijo que La
Magdalena nació como un regalo de Reyes para su marido, Lorenzo
Silva, a modo de una canción escrita para él. Son un conjunto de poemas
dispersos, de los que expresó sus dudas sobre su voz como poeta, refiriendo que
cuando lo presentó por mi primera vez, Lorenzo lloró. Gracias, que a la
hora de encontrar su voz como poeta, se cruzó en su camino Ramón Alcaraz, presente
en el acto, y que como profesor le ayudo muchísimo, sobre todo, a creer en ella
y en la construcción de su voz poética. También a gradeció a Elías
Gorostiaga que estuviera allí compartiendo con ella este acto, y
enseguida le pide a Lorenzo Rodríguez que lea un extracto del poemario que le gusta
mucho, y que de paso le permite volver a rearmar su resquebrajada voz, lo que
sin embargo, no le impide llenar el espacio con sus palabras; palabras teñidas
por una pasión por los libros y la literatura dignas de alabanza. Volviendo a Elías,
ella también se interroga acerca de por qué publica este libro veinte años después,
recordándonos de una forma sabia, que el objetivo debe ser escribir algo que
veinte años después siga siendo hermoso. Y nos recuerda que su amigo Felipe
Sérvulo lo ha definido como: la lluvia amarilla en verso.
Quiso hacer una referencia
especial a su marido, porque sin él este libro no existiría en una doble
vertiente, en la del sentimiento y en la editorial. Sus palabras subieron en la
intensidad de su sentido y de su sentimiento, cuando confesó que este libro lo
ha hecho para dedicarle toda mi vertiente poética a él, en lo que sonó como una
profunda declaración de amor. Y nos recordó, de nuevo, acertada y cargada de
razón, que LO PARTICULAR DEBE IR HACIA LO UNIVERSAL, para hacer referencia a su
siguiente poemario, Lejos de Valparaíso,
que representa el deseo de un hijo que no nace. Ese hijo que no nace es la
metáfora de las cosas que queremos y no se consiguen, nos aclaró. Al pasar a
hablarnos de La muchacha de los ojos tristes,
nos dijo que era su libro más triste, y que contiene el mensaje de que leer y
escribir son una terapia. En ese momento, ella se puso el reto de leer un libro
al día para superar la tristeza. Después nos comentó que hacía cuatro años, en
Vilapoética, conoció a Lorenzo Rodríguez, quien le dijo que
le presentaría algún día en Madrid y que hoy (por el sábado) precisamente lo
estaban haciendo (en una nueva percepción de que los sueños a veces se hacen
realidad, y no solo eso, sino que se pueden tocar). Para continuar confesando
que, a veces, la vida te acaba regalando las cosas que deseas. En esa circunstancia
de cambio personal ese libro poemario vio la luz en inglés, lo que la llevó a a Nueva York. Allí leyó el libro de Ian
Gibson sobre Lorca, a quien por ejemplo, su padre
le echaba en cara que sus poemas no le daban dinero. Lorca quiso ser músico y acabó estudiando Derecho, nos
recordó. Para ella, Nueva York fue la ciudad del cambio. Brooklyn Bridge es su poemario más lorquiano, y el que más le
gusta, además de ser el más musical. Para la poeta, la poesía debe ser muy
musical, aunque los poetas contemporáneos somos de rima libre, nos dijo, pero
yo creo que la musicalidad debe existir. Llegados a este punto, Lorenzo
Rodríguez nos lee un poema de este poemario, Oda a Federico García Lorca. A partir de ahí hay un cambio, y nace
una nueva voz poética dentro de mí, nos confesó.
Solo fue un post nace cuando en el Grado de Lengua que estudia, le
propusieron estudiar a María Mercé Marçal, y encontró el
verso que le dijo: qué es el amor, qué había hecho de mí el amor. El resto de
sus poemas los ha ido publicando en su blog que, para ella, funciona como una
copia de seguridad, y nos relató la anécdota que uno de esos poemas estaba
compuesto para que Luis Eduardo Aute lo cantara, aunque todavía no lo ha hecho. Antes
de terminar quiso hacer refeerncia a sus poemas de la Generación Subway y de Barcelona, de los que nos leyó uno. Cuando
terminó de recitarlo, el eco de su voz todavía seguía pegado a nuestros
corazones, quizá, porque desde la libertad y ese sentimiento universal que es
el amor, auténtico motor del mundo, es más fácil conquistar el verdadero
sentimiento de las personas.
Ángel Silvelo Gabriel.
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