sábado, 14 de enero de 2017

CINÉFILO.- MICRORRELATO DE ÁNGEL SILVELO


«Pídeme un deseo», me dijo mi abogado. «Volver a ser un bebé», le contesté. Y me bebí la pócima que él me ofreció cual Benjamín Button convencido. A partir de ahí, el líquido misterioso hizo que me confesara culpable, y además del embargo de mi cuenta, perdí el lucro cesante de la propiedad objeto del litigio. Sin embargo, cuando terminó la dura persecución a la que fui sometido por parte del fiscal, no me desperté; y como Alicia en el país de las maravillas atravesé un espejo que me llevó a un mundo diferente; un lugar donde los relojes siempre iban hacia atrás. En nada pasé de adulto a joven, y de ahí a ser un chaval. Entonces era feliz, como sólo puede serlo un niño que no posee nada salvo su sonrisa. Pero el efecto del brebaje desapareció, y de nuevo tuve enfrente a mi abogado. «¿Tienes algo que alegar?», me preguntó. Esta vez no le respondí, y pensé: «ojalá fueses Al Pacino en El abogado del diablo, y así no habríamos perdido el juicio». Él quizá nunca lo entienda, pero no hay nada peor que recordar que una vez fuiste feliz, y que ahora estás condenado a no volver a serlo.
Microrrelato de Ángel Silvelo Gabriel

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