No entiendo el
mundo en el que vivo, por eso intento atravesar el espejo que todavía me separa
de ti, como hice aquel verano en el que nos quedamos sin vacaciones por culpa
de las asignaturas pendientes que nos habíamos dejado en nuestro primer curso
en la Facultad de Derecho. Esta vez, sin embargo, todo es distinto, porque te
busco entre los velos de nuestro pasado, igual que una cometa que se desplaza a
través del tiempo y va en busca de la mejor ráfaga de viento. Suspendida del
aire creo que, todo lo que me rodea, es la antítesis del mundo terrenal del que
estoy escapando. Y me siento rara, porque antes de llegar hasta ti oigo tu voz,
pero la percibo igual de lejana que ahora nos queda aquella mañana de agosto
donde no nos hizo falta ningún consentimiento para sellar nuestra unión.
Después llegaron los años cargados de papeles. Papeles llenos de leyes y
recursos, para mí. Papeles repletos de historias en forma de novelas, relatos o
microrrelatos como éste, para ti. A pesar de que te invoque a través de
imágenes y sentimientos que pertenecen a nuestro pasado, ahora mi alma de mujer
necesita reencontrarse contigo al otro lado del espejo, para de ese modo,
rememorar el verdadero significado de la vida, ese que nos pilló por sorpresa
una mañana de agosto, cuando decidimos que tú y yo éramos más importantes que
nuestras prometedoras carreras de abogados.
Microrrelato de Ángel Silvelo Gabriel
Lo mejor: Su exquisito estilo, su profundidad.
ResponderEliminarTe hace reflexionar.