viernes, 19 de septiembre de 2025

SARA MESA, LA FAMILIA: DESEOS Y MENTIRAS

 


Nada es lo que parece. Los silencios, las soledades, el desarraigo y los miedos que acompañan a nuestras vidas al final tienen una marca, indeleble, que aparece a poco que la dejemos salir a la luz en nuestra memoria. Como dijo Tolstoi: «Todas las familias felices se parecen; cada familia infeliz es infeliz a su manera». Y esa frase podría ser muy bien el punto de partida desde el que surge la novela de Sara Mesa, La familia. Un inicio que, sin embargo, a ella le permite excavar en las profundidades de unos personajes basados en los deseos y las mentiras que proyectan a lo largo de sus vidas de una forma singular y única por el carácter tan personal de su escritura. La estructura fragmentaria, incluso dentro de cada capítulo, de la novela le permite a su autora llevarnos poco a poco hacia ese punto de incertidumbre y desasosiego con el que se cierran la mayoría de los capítulos, que atienden a ese elemento de sorpresa final tan característico de los relatos cortos. Ahí es donde la luz se impone a la oscuridad que se nos muestra, y donde nada es lo que parece. A través de una lectura ágil, Sara Mesa da vida a unos personajes que, tras esa primera impresión de sencillez intrascendente, van surcando corrientes subterráneas que los trasladan a ese otro mundo de sombras que los persiguen y al que la autora nos invita a descifrar desde el suspense de las historias que ella nunca cierra. Ese modelo abierto es el que nos deja imaginar y reinterpretar la esencia de sus personajes que, en ocasiones, nos viene dado por las confesiones de otro, en un juego de reflejos que a la autora le sirven para desentrañar los deseos y mentiras que les mueven. 

En La familia hay huidas que, antes o después, necesitan de un regreso al lugar del que partieron. Esa vuelta atrás es la que nos sumerge en un ambiente de intrigas y silencios que nos engancha y obliga a conocer cada vez más lo que les ocurre a unos personajes que están muy bien aspectados y definidos, pues no nos cuesta imaginarlos en las situaciones que se nos describen. Atmósferas cerradas que deambulan en la indeterminación que muchas veces nos marca el destino en nuestras vidas; una indeterminación que, aunque sea bajo la apariencia de lo casual, siempre descansa sobre las heridas que nos acompañarán hasta la muerte. Ese juego de ambivalencias, miedos, y sufrimientos ocultos le sirve a Sara Mesa, una vez más, para seguir escudriñando esos universos interiores atormentados y desasosegantes que caracterizan a muchos de los personajes de su obra literaria. Nada permanece a salvo en la mente de la escritora madrileña, como nada es para siempre, pues por muy desdichados que seamos siempre existe la posibilidad de burlar las rejas de la cárcel en la que nos encontramos para ir en busca de nuestra propia libertad, dañada, sí, pero teñida por la luz de la esperanza que de nuevo nos lleve a soñar con esa felicidad que todos perseguimos por muy manchada que ésta se encuentre del precario equilibrio ente los deseos y las mentiras. 

Ángel Silvelo Gabriel.

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