Mi madre decía que no existía peor condena,
que tener hambre y no tener cena. ¡Qué errada que estaba, ya entonces no se
enteraba! Ella no sabe lo fácil que es, tener cena dentro de la trena. Rap, rap,
rap y condena.
Abogados, jueces, magistrados, todos ellos
trajeados, bronceados y endiosados. Sólo buscan una cosa a la que llaman
justiciosa. Amurallados entre informes y audiencias, sólo cavilan oscuras
sentencias. En unas salas refrigeradas y mal informatizadas. Rap, rap, rap y
condena.
Mi maqueta, es mi sardineta hacia todo
lo que me aprieta. No hay toga más oscura, que soportar esta tortura. Ya en
vano llega el verano sin la libertad en la mano. Mi madre desconocía que no
existía peor condena, que tomar el sol en la trena. Porque aquí, no hay arena,
ni una sombrilla ni un bote de crema. Rap, rap, rap y condena.
Microrrelato de Ángel Silvelo Gabriel
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