jueves, 10 de marzo de 2011

CONCIERTO VODAFONE SECRET SHOWS DE ZOÉ EN LA SALA JOY ESLAVA DE MADRID: HÉROES ENTRE SOMBRAS

El inicio del concierto que anoche tuvimos la suerte de presenciar en la Sala Joy Eslava de Madrid, nos dejó claro que Zoé están jugando a ser grandes. La entré alargada de su temazo No Hay Dolor fue toda una declaración de intenciones, con una gran carga sonora repleta de matices y sensaciones que les hacia moverse como héroes entre sombras (como se echa de menos un inicio así en la escena indie española). Una estética sonora que refleja magistralmente su afinidad musical con algunos de los grupos ingleses más oscuros de principios de los ochenta, (The Cure o Psychedelic Furs) donde la repercusión en la forma de tocar la guitarra de Robert Smith es más que evidente (no ocurre así en la voz) y que hace ganar mucho enteros a su música, porque es capaz de hacer estallar en mil imágenes y sensaciones las cabezas de todos aquellos que les escuchan.

Otro de los aciertos en el planteamiento de ayer por parte de Zoé, fue su más puro clasicismo estético, con una sencilla puesta en escena que sólo contaba con una mágica pantalla detrás del escenario, que se llenaba de imágenes, objetos y símbolos sin parar, en una perfecta coordinación con su música, lo que no hacía sino reventar aún más la capacidad receptora de su público, que cargados con una vela roja brillante (regalo de uno de los patrocinadores del concierto) llenaban el patio de butacas del antiguo Teatro Eslava de destellos picantes, acordes con el numeroso público mexicano que se dio cita en el concierto.

Más allá del entorno que rodeó al concierto, Zoé se empleó a fondo repasando parte de sus grandes éxitos como aperitivo de lo que será la publicación el próximo 29 de marzo de su nuevo cd MTV Unplugged "Música de Fondo" fruto de la grabación que se realizó en los estudios Churubusco de México DF ante un selecto grupo de fans. Pero ayer, después de No Hay Dolor sonó Reptilectric, que impuso un ritmo mucho más vivo al concierto, pero que se seguía moviendo en la frontera de una oscura y picante clave sonora plagada de arrebatos vocales por parte de León Larregui que eran el complemento perfecto para el espactáculo musical que ayer vimos en Madrid. Atacaron ¿Sombras? después de dar las primeras gracias de la noche, a las que el público respondió con gritos de ¡México!, ¡México! que impusieron la nota global que nos invade, y a la que el mundo de la música no es ajena, pues como no se nos puede olvidar, la música es el lenguaje más universal que existe.

Siguieron Zoé refugiados en sonidos que nos traían recuerdos del pasado, llenos de guitarras y bajos (qué buenos Sergio Acosta y Ángel Mosqueda respectivamente) del mejor post punk con aderezos de rock gótico y alternativo que hicieron disfrutar a tope al gran número de fans que llenaban la sala Joy Eslava y que por momentos nos recordaron los botes que pegamos en los ochenta en su magnífica pista de baile, que ayer se mostraba más tímida a la hora de bailar, pero que acompañaba a los escasos movimientos en forma de saltitos de León Larregui, que en ningún momento se despistó de su labor vocal y musical. Todo esto, hasta que llegó su gran hit, Nada, donde el público coreó a su gusto toda su letra en una perfecta simbiosis con el grupo, mientras que uno rememoraba la espléndida ejecución del tema que han realizado con Enrique Bunbury, himno sonoro que envolvieron en un mar de nubes que se proyectaban en la pantalla y que hacían del escenario y el local un lugar lleno de evanescencia sonora capaz de hacerte sentir como un pájaro y tener ganas de volar. Con No me Destruyas, León se calzó un sombrero de copa en la cabeza, que le acompañó hasta el final del concierto, a modo de un Groucho Marx de la escena, y cuya actuación acabó con un tema muy a lo Stone Roses como fieles representantes del sonido Manchester y del indie rock de su momento.

El único bis de la noche comenzó de una forma pausada con Poli, una canción que fue ampliamente coreada por el público, y que sin duda es una balada muy efectista, a la que siguió el tema Luna, que cargó de nuevo de una gran intensidad sonora el escenario, con unos potentes teclados (bravo Jesús Vázquez) y que fue subiendo en un sonido progresivo que abrasó nuestros oídos (sobresaliente Rodrigo Guardiola en la batería durante toda la noche) que se fundió con la siguiente canción y de paso sirvió de trampolín a Love para echar el cierre a una más que sobresaliente noche de la mejor música indie que se pueda escuchar en la actualidad, y que nos hace pensar que más pronto que tarde Zoé dará el salto hacia escenarios más grandes que no más auténticos. Queda dicho, ayer Zoé se comportaron como héroes entre sombras.





Crónica de Ángel Silvelo Gabriel

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