«¿Te gusta lo que hago?», le dijo el
alfarero al niño que se había acercado a mirar cómo modelaba una vasija con el
suave contacto de sus manos en el barro. El niño, sorprendido, le preguntó: «¿y
eso para qué sirve?». «Pues depende —le contestó el alfarero—, porque ahora
estoy haciendo una vasija para llevar agua, pero ves, la vasija se puede
convertir en un plato para llevar comida, ¿qué te parece?». El niño se encogió
de hombros y permaneció callado. El alfarero le miró con una sonrisa en sus
labios y le preguntó: «¿qué te gustaría ser de mayor?». «A mí me gustaría ser
como Cristiano Ronaldo». «¡Ah!», le respondió el alfarero, mientras éste volvía
a modelar el barro y de sus manos empezó a emerger una lámpara maravillosa.
Cuando la terminó, le dijo: «si te esperas a que se seque, podrás frotarla y
pedir un deseo».
Microrrelato de Ángel Silvelo Gabriel
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