
Hasta que, en este viaje
interior, la soledad se convierte en luz y deseo. Deseo de ser, deseo de
sentir, deseo de amar y deseo de disfrutar. Las pasiones se abren todas juntas,
como las flores en primavera lo hacen cada mañana: “Me digo a mí misma:/ vive o muere,/ no te quejes./ Aunque te hayas
degollado mil veces./ No te quejes”. Magnífico punto de partida del nuevo
yo que saldrá de esa agonía que por fin tiene un final. En esas estaciones de
paso que nos llevan a la felicidad, Noemí Trujillo aun nos recuerda: “Soy poeta/ no soy un ángel./ Esa es mi
voluntad,/ no soy un ángel”, unos versos que son el eco perfecto de esa transformación
donde los deseos, ahora sí, cuelgan del otro lado del corazón, en un lugar
donde vemos mucho más próximo el otro lado del puente, y donde el viento es más
cálido, pues procede directamente del este, donde las notas del jazz y del
swing lo convierten en más benévolo y cercano, por mucho que Leonard
Cohen se haga dueño de alguno de sus versos. Estas cacofonías,
deliberadamente melancólicas, nos atrapan de nuevo la esperanza, como esa luz
que nadie más que nosotros podemos ver y descifrar, pero que esta vez, es un
mensaje que se deposita en el aire con el solo propósito que nuestros pulmones
se purifiquen con él. Ese nuevo espacio de vida es el que nos invita a un nuevo
viaje, y a travesar, por fin, el puente sin miedo que, ahora sí, vemos que está
sustentado por las conexiones de unos cables gruesos y poderosos que le
mantienen firme ante el paso de los días; unos días teñidos de luces y sombras,
de sol y lluvia, de veranos e inviernos, que solo serán meros testigos de su
infinita presencia, del mismo modo que los poemas de Noemí Trujillo
permanecerán ahí a lo largo del tiempo, en una secuencia, también infinita, en
la que las melodías, a buen seguro, no siempre serán melodías sin ti.
"BROOKLYN
BRIDGE
A veces quiero vivir aquí,
cerca
del puente.
Tomar
café turco y bagels
a
orillas del río East
y
leer el periódico en un banco
de
Brooklyn Heights Promenade.
A
veces quiero vivir lejos de todo,
lo
más lejos posible.
Tener
un calendario distinto,
salir
de noche a cazar los días,
dejar
el dolor fuera de casa.
Vivir,
escribir y respirar Brooklyn.
Dejar
el pasado atrás, retrocediendo.
A
veces quiero vivir aquí,
dentro
y fuera del ruido de Manhattan.
A
veces busco una isla
donde
quedarme". (Noemí Trujillo)
Ángel Silvelo Gabriel.
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