Volví a leer la sentencia del Juzgado
de lo Social. Lo primero que pensé fue en el plazo para interponer el
correspondiente recurso de suplicación, a pesar de que sabía que era una
pérdida de tiempo. Huelga decir, que mi cliente no era lo que podríamos llamar
normal, lo que a la postre era el mayor hándicap en nuestra contra. ¿Cómo
convenceríamos al juez para que dictara una sentencia favorable a nuestros
intereses, y así conseguir el reintegro de la cantidad que estaba retenida por
su despido procedente? Sin duda, el problema estaba en la relación de
causalidad en su enfermedad profesional, porque no se me ocurría cómo podríamos
demostrar que mi cliente no era el culpable de quemar su oficina, si le dijo a
todo el mundo que él era el célebre Duque de Windsor, el único que tenía
grabado el famoso incendio de inicio a fin.
Microrrelato de Ángel Silvelo Gabriel
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