Comienzos
atmosféricos que tratan de atrapar espacios vacíos, y que poco a poco, rompen
las guitarras con su sonoridad destructiva. Ritmos de canciones que aumentan
los territorios alegóricos preñados de tics que buscan la profundidad de lo
imposible. Despertares evanescentes de sueños placenteros. Verbalidad sonora
que nos atrapa en círculos concéntricos. Intuiciones perversas contra un sol
imaginario que humedece el último sentido de nuestra excitación para más tarde
devolvernos a la desdicha diaria: muda y solitaria. Notas que vibran bajo las
cuerdas de unas guitarras y sus resonancias y ritmos pop-rock. Palabras
incandescentes y distorsiones que mueren como sólo lo pueden hacer los héroes
que caen en el campo de batalla... Así vimos a Noise Box en su
segunda puesta de largo de su último e impronunciable trabajo llamado Every
picture of you is when you were younger. Aspavientos de una juventud
arrolladora que transita por las peripecias del tiempo, y que han mutado en
imágenes donde el amor y sus consecuencias posan libres y arropados por la
incandescencia de los sueños. Noise Box, arrasa y arropa a la
vez, las melodías que componen, pues sus canciones se abaten sobre nosotros
zigzagueando entre toboganes sonoros que nos transportan a la arena de una
playa imaginaria, cálida y acogedora, como sólo lo es la primera luz del día.
Sonidos esclarecedores como pocos, limpios y arrebatadores, que se conjugan en
una secuencia premeditada de curvas y contra curvas que nos desplazan sin miedo
por el terreno de lo imposible, pues imposible es soñar con aquello que en
verdad deseamos, y que no somos capaces de explorar por el miedo que tenemos a
equivocarnos. Exploradores de esas texturas sonoras que van del pop al rock,
pasando por el shoegaze, el brit-pop más fresco o el pop más oscuro y
evanescente, el grupo murciano repasó,
sin miedo, y con muchas ganas, su último trabajo hasta la fecha; un trabajo que
de una forma singular, limpia, cercana y directa tuvimos la ocasión de
disfrutar en el programa de Radio3, Hoy empieza todo, con un par
de temas en acústicos que nos pusieron sobre la pista de Jesús, Bienve,
Helios Luis y Alejandro (sustituido en este concierto por el primer
batería de la banda debido a una lesión en la pierna de Alejandro). Y hasta
aquí el antes.
El
después lo descubrimos buscando sensaciones y atrapándolas en la Sala Taboo
de Madrid, donde Noise Box, con una intro, tal y como se
abre su nuevo disco nos siguieron dando muestras de su buen hacer. Excelente
carta de presentación que con esos toboganes sonoros, que tanto les
caracterizan, en su tercer tema, pasaron a uno de las canciones que tanto nos
recuerdan a esos primeros Second que cantaban en inglés. Imágenes
y sonidos inconfundibles de la mejor música posible, pues es la que nos transporta
al edén; ese lugar al que no dejamos entrar a nadie. Secretos aparte, Noise
Box son capaces de componer medios tiempos elegantes que inician vuelos
traviesos y sensuales, porque juegan a dibujar siluetas en el aire, pero
también ritmos atmosféricos que desnudan nuestras sensaciones y que se combinan
con una intensidad turbadora como la mano de un amante cuando te roza el
corazón. Pero como de medios tiempos no sólo viven los grupos actuales, los
murcianos también son capaces de subir el tono a lo más alto y ponerse
reivindicativos hasta la extenuación. Tanto, que son capaces de romper la línea
del horizonte, pues son compactos en el sonido y rompedores (así al menos vimos
a su frontman Jesús Cobarro) sobre el escenario. Grandes temas
como Transit (maravillosa intro), así como Broken Teeth y Dunes and
trees (dos de las dos mejores canciones de su último disco) fueron sonando
sobre un escenario al que no le faltó es ápice o textura de nostalgia cuando
atacaron temas de ritmos más soleados y californianos. Sonidos en clave
americana que, sin embargo, nos acariciaron la piel con notas irreverentes, y
que Noise Box los convirtieron en una magnífica impostura musical
plena de acertijos que fuimos vislumbrando poco a poco. Estas melodías tienen
la frágil cualidad de transformarse en texturas que unen las coordenadas de lo
sentidos más profundos, como si todo fuera limpio y cristalino, desde lo más
sencillo a lo más complicado. Y así, imbuidos de la cadencia de los bio ritmos
tranquilos y densos, llegaron al final, donde antes Big boy y después Run,
culminaron una estelar puesta en escena de un grupo que, a poco que se le
preste atención, irá subiendo, por méritos propios, en el escalafón del indie
español, muchas veces falto de la naturalidad sonora de Noise Box,
pues no en vano, no se nos debería olvidar que nos invitan, igual que un
windsurfista lo hace a la hora de buscar la mejor ola, a ir zigzagueando entre
toboganes sonoros.
Ángel Silvelo Gabriel.
1 comentario:
También habría que decir que el bajo de los Noise box fue lamentable... el típico "no músico" o "bajista porque no sé tocar la guitarra"... ganarían más si tuviesen otro bajista. Un saludo desde Madrid.
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