sábado, 21 de febrero de 2009

SLUMDOG MILLIONAIRE



Esta magnífica epopeya de la India actual nos muestra el camino que hay entre la miseria y el éxito a través de unos niños que se convierten en adultos. Sin embargo, las primeras escenas de la película no nos hacen presagiar la envolvente evolución de la historia y sus personajes. Las escenas de acción están ejecutadas con una gran maestría y junto a la música reproducen esa sensación de miedo y huida que están presentes en toda la historia. La huida es sin duda la metáfora que emplea el director Danny Boyle para arrastrarnos desde el lodo de la miseria al cielo del éxito. El hilo argumental a través de las preguntas del programa televisivo es sencillamente genial, con un último giro, que cualquier buen relato corto que se precie le gustaría poseer.

El tratamiento de las imágenes, la fotografía y la luz son tan envolventes, que quizá enmascaran un tanto la cruda realidad, como he leído en alguna crítica. Para mí, esa sensación de ensueño oriental no es nueva, y me recuerda mucho a algunas de las escenas de la película El Amante, basada en la novela homónima de Marguerite Duras, donde la luz y su tratamiento posee grandes dotes de ensoñación. Porque otra de las notas características de la película junto a la huida es el poder de los sueños. En este caso, no es un sueño fabricado desde la abstracción como el de Revolutionary Road, este es un tipo de sueño distinto, el de la búsqueda del primer amor. Éste va a ser sin duda el hilo que en un momento de la película se nos va a mostrar y que no vamos a desprendernos de él hasta el final.
Esta magnífica película tiene todos los ingredientes para llevarse el Óscar en esta edición. Algo por lo que yo apuesto, a pesar de no haber visto las otras películas candiadatas. Slumdog Millionaire sencillamente respira frescura y originalidad, además de contar con los ingredientes fundamentales para conquistar Hollywood: un buen argumento, una historia de amor y un final feliz.

Como en toda buena película que se precie, la música también tiene un lugar estelar en la misma y Allah Rakkha Rhaman nos propone una mezcla ecléctica de músicas y ritmos (incluso en la canción final hay estribillos en castellano) entre los que yo logré reconocer a Goldfrapp, y en donde sin duda, la canción central Jai Ho! es también firme candidata al Óscar, a lo que contribuye el baile final que acompaña a los títulos de crédito.
Que más decir, que el viernes a las siete y media de la tarde una sala de más de doscientas butacas estaba abarrotada (algo que no había visto en mucho tiempo) lo que me lleva a pensar que el espectador cada vez se deja manipular menos, y el boca a boca y el buen cine siempre son grandes reconstituyentes.

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