En estos días, estoy terminando la fase corrección de mi nueva novela, aunque para ser más precisos, se trata de un libro de cuentos, cuyo denomimador común son los retratos psicológicos de unos personajes que tratan de escapar de sus propios miedos. De momento, no sé cuántos cuentos van a componer el libro, aunque tengo que deciros que al final, me he decidido a incluir el titulado El final de los relatos en invierno, y que muchos de vosotros ya conocéis, que será el que cierra la recopilación, pues en el fondo sigo creyendo que merece la pena que tenga alguna oportunidad.
Bueno, vosotros me diréis, que tiene que ver ésto con el título de la entrada, y que muchos de vosotros, sobre todo los más cinéfilos, relacionaréis con la película que se llevó 8 ó 9 Óscar en la edición de 2006. Pues es muy sencillo, su banda sonora ha sido mi fiel compañera en la construcción de los retratos psicológicos de mis personajes. Su compositor, Mark Isham, ha sido capaz de crear unos cortes musicales que reflejan magníficamente los estados anímicos por los que transcurren los personajes de Crash (para mí, una magnífica película) y nos sumergen en una atmósfera de tristeza sensible, pero también evocadora de los grandes sentimientos humanos que salen a la luz en las situaciones límites de la vida. Ni que decir tiene, que mi nueva aventura literaria es una reafirmación en la creación de historias de recorridos interiores (ese rara avis en el panorama actual) y que quizá me sirva para cerrar el círculo que empecé con Fragmentos.
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