miércoles, 18 de junio de 2025

THE CHAMELEONS EN LA SALA MON LIVE DE MADRID: ¡NO TE CAIGAS!

 


Perdidos en las telarañas del tiempo, a veces, el pasado se nos hace presente en un arquetípico juego de fantasmas. Siendo estos testigos directos de un sueño que, de repente, se convierte en realidad. Más allá de las coordenadas del tiempo, el grupo de Middleton hicieron su aparición en el escenario de la Sala Mon Live de Madrid parapetados tras una sesión continua de fuerza musical, eso sí, herida por los estragos que la vida han causado en la voz de un Mark Burgess que lo dio todo en una impetuosa actuación basada en los grandes éxitos de la banda. Un setlist dedicado a sus seguidores de toda la vida y que, en el directo que vimos el pasado domingo, se caracterizó bajo el tono algo más bajo y diluido de las guitarras —tan importantes y sublimes en esta banda— con el fin de no amortiguar la voz de un Burgess inconmensurable en el resto de aspectos musicales y comunicativos con una sala llena a rebosar. Generoso, hasta tal punto, que antes del show salió al exterior para firmar discos, entradas, camisetas, o lo que fuese, a sus fans más fieles. Pero a quién importaban estos pequeños menesteres si, de nuevo, podían asistir a un directo de un grupo, no tan famoso como otros de los trasnochados años 80, pero sí influyentes, tanto en la concepción estrictamente musical como en el mensaje de sus letras. Hipnóticos, aguerridos y entregados The Chameleons no se rindieron en ningún momento y fueron pulverizando sin descanso los 15 temas del setlist a lo largo de la hora y media que duró el concierto; un show que se inició con el mítico «A Person Isn’t Anywhere These Days», al que siguieron «Pleasure and Pain», «The Fan and the Bellows», o «Perfume Garden» en una secuencia imparable de ritmos intensos y canciones legendarias que hacían disfrutar a los asistentes, y que éstos respaldaban, con constantes muestras de entusiasmo; una euforia desaforada que a algunos de los presentes se le hizo más intensas por mor del alcohol o los extras administrados a sus cuerpos. Entre viajes psicodélicos, aplausos y gritos de júbilo llegamos a «Tears», «Up the Down Escalator» y «Soul in Isolation», que fusionaron con «For What it’s Worth» de Buffalo Springfield, «The End» de The Doors, «Eleanor Rigby» de The Beatles, y «There is a ligth» de los Smiths, en un claro homenaje a las influencias y gustos de la banda inglesa que, como buenos camaleones, supieron adaptar estos temas a su particular forma de interpretar la música. 

Con «P.S Goodbye» pusieron fin a la parte principal de su actuación, y cuando comenzaron con los bises lo hicieron de la mano de Monkeyland, que dio paso a «Looking Inwardly» y al inolvidable «Second Skin» con el que Burgess nos presentó al resto de los componentes del grupo y que nos llevó a la apoteosis final protagonizada por «Don’t Fall», otro tema mítico que mezclaron con el «Rebel Rebel snippet» de David Bowie, y Burgess interpretó junto a sus fans fuera del escenario en una extendida versión de la canción que hizo las delicias de los presentes, que dieron por bueno este viaje al pasado sin necesidad de El condensador de fluzo, en una muestra de ímpetu y energía incontestables, con la única salvedad de las telarañas del tiempo —¡Qué lejos queda ya el concierto del jueves 6 de junio del año 1985 en la sala Astoria de Madrid— que se hacen presentes más allá de los deseos propios y ajenos. Como dicen The Chameleons: «¡No te caigas!».   

Ángel Silvelo Gabriel.

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