sábado, 10 de septiembre de 2011

ALIS NOS PROPONE UN SALTO MORTAL EN SU NUEVO TRABAJO MATERIAL DE DISECCIÓN.

La desnudez del sonido y las letras que este jienense de Baeza nos presenta en Material de Disección nos lleva a interrogarnos acerca de ¿qué es la música?, porque la combinación de letra y música en ocasiones nos aproxima hacia una poesía sonora que sólo un artista preocupado por todas las facetas estéticas de sus propuestas está dispuesto a asumir, y así, las canciones de Material de Disección se comportan como un flujo vehicular único por el que nos desplazamos de la mano de Alis (Pachi García). Una mano que apenas sentimos, pero que no podemos dejar de coger. Sonidos enmascarados bajo cajas de ritmos y percusiones que no molestan, teclados tenues y guitarras cargadas con acordes sinceros, y una voz que parece que se resquebraja a cada momento. Todos estos elementos están perfectamente fusionados, y bajo los que podemos distinguir la mano de Suso Saiz en la producción, lo que nos retrotrae en su etapa en La Orquesta de las Nubes, donde la elegancia de su sonido no dejaba indiferente a todo aquel que le gustase disfrutar de la buena música.

Material de Disección es el cuarto trabajo de Alis, y en él se nota la necesidad de mostrarnos la profundidad de su alma, y lo hace a través de unas canciones que a medida que aumentan sus audiciones van ganando en matices, intensidad y en esa extraña necesidad de aprendernos su letras que siempre van cargadas de un señuelo existencial que te resquebraja, porque Alis se disecciona a sí mismo y nos presenta las aguas cristalinas de sus lagos interiores sin impunidad. Ese mostrar ajeno a reproches nos hace sentir que la música siempre nos sorprende, porque presenta la mágica capacidad de convertirse por sí misma en infinitas combinaciones posibles, que te hacen disfrutar de ella de mil y una formas distintas.

Una forma de experimentar esas sensaciones sonoras, está presente en temas como Viaje en Zeppelin o Telescopio, que se comportan como viajes sonoros interestelares que desembocan en la divertida Material de Disección que a modo de fiesta “con Fanta y con sorpresas” nos traslada a una particular declaración de amor diseccionada de órganos del cuerpo humano en una original forma de concebir el amor. Sin embargo, esas sensaciones cambian con temas como El Alumno Oyente, una de las mejores canciones del álbum, que navega por esas aguas inciertas de la vida que a veces se tiñen de colores oscuros que proyectan grandes dosis de melancolía, una cualidad que de una forma magistral atesora todo este compendio de canciones, y que la última de este Material de Disección, Contraseñas (sin duda el tema más completo del disco) explora de una forma tan sencilla y directa que cada vez que la escuchamos, nos deja con la boca abierta. Ya en su inicio, posee un hipnótico punteo de guitarras que nos retrotraen a universos protegidos con la placenta de nuestros mejores recuerdos. Pero esa no es la única cualidad de esta gran canción, porque la letra de Antonio Román “Telémako” fusiona perfectamente música y literatura poética, para atravesarnos como un ciclón todos nuestros órganos vitales sin necesidad de seccionarlos, porque la letra de esta canción es sencillamente genial, pues aúna a la perfección tristeza, melancolía y un existencialismo pleno, actual y arrebatador, que te deja sin palabras y que te lleva a escucharla una y otra vez, y que uno con sumo gusto, deja aquí plasmada para ser disfrutada.

Contraseñas
Vamos a necesitar
cantidades industriales de odio
para que la venganza contra los que venden
pasaportes falso a Nunca Jamás.

Falsas ilusiones
y nos edificaron sobre pies de barro,
y ahora que somos pigmeos no valdrá
hacernos pasar por molinos d viento.

¿Quién nos va a devolver al punto de partida?
¿Quién nos va a resetear la inocencia perdida?
No se ha inventado aún la unidad de medida
que pueda calibrar esta vida sin vida.

Las emociones han huido
en naves espaciales y ahora somos estratos,
cirros, nimbos, cúmulos atormentados,
deseando derramarse en los cuerpos vacíos

de los que creímos que éramos los elegidos
y ahora somos moldes de ceniza, huecos,
sepultados por algún Vesubio ocioso
que gastó una broma pesada.

¿Quién nos va a devolver al punto de partida?
¿Quién nos va a resetear la inocencia perdida?
No se ha inventado aún la unidad de medida
Que pueda calibrar esta vida sin vida.

Confinados en cajas fuertes,
enlatando nuestros rencores,
sujetamos las tentaciones
Con contraseñas que no podemos recordar,
Con contraseñas que no podemos recordar…
Con contraseñas que no…
Contraseñas…

Reseña de Ángel Silvelo Gabriel

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