lunes, 1 de noviembre de 2010

PILAR ADÓN, EL MES MÁS CRUEL: CUANDO MOSTRAR NO ES SUFICIENTE


Cuando terminé de leer este libro de relatos (uno de los más elogiados en lo que va de año en España), me quedé con una sensación de desasosiego en todo mi cuerpo por no ser capaz de saber discernir si me había enterado de aquello que había leído, aunque quizá el término desasosiego no sea el más correcto, pues éste me lleva a Pessoa, y en esta ocasión, ese es un camino equivocado. Por tanto, probé con la palabra desconcierto, lo que me llevó a otra más certera, incertidumbre.

Marta Sanz en el prólogo se pregunta ¿habré entendido bien? y deja una puerta abierta a la ausencia de jerarquía en las palabras de la autora, que interpreta el relato corto y su técnica como un pequeño segmento dentro de una larga y gran línea recta. De ahí, que sus cuentos no siempre se esbocen a través de una estructura clásica, con un inicio con frase contundente y un final sorprendente, sin embargo, sí tienen la capacidad de la incertidumbre y la libre interpretación. Un mensaje que ya se deja ver claramente en el primer cuento del libro En materia de Jardines, y que un servidor leyó en dos ocasiones buscando aquello que no se encontraba en su interior.

No obstante, el juego de la libre interpretación y del arte del pensamiento post-lectura, a veces también se nos presenta más delimitado, y la autora nos deja entrever hacia donde quiere dirigirse, como en el relato que da título a su conjunto, El mes más cruel (que comienza con un extracto del relato del gran maestro Chéjov, titulado Volodia), donde sin la necesidad de delimitar el sentido de sus palabras, la atmósfera del cuento y su final, le convierten en el mejor relato de todos los incluidos en este libro. Peculiaridad que también atesora el Culto Doméstico, donde la deriva del protagonista casi llega a su fin. Del mismo modo, que Los Seres Efímeros, que en su brevedad engendra una gran fuerza y destreza a la hora de plantearnos un final demoledor.

Los personajes de Pilar Adón son en su mayoría mujeres. Éstas están solas o enfrentadas a otras, divagan por pasillos de frías baldosas, caminan por casas solitarias de senderos inciertos, pasean por acantilados que limitan sus emociones o corren por bosques y senderos que les llevan a su desaparición. En este sentido, la autora proporciona escasas herramientas a sus personajes para solventar sus carencias vitales, lo que les hace divagar por mundos interiores de aristas infinitas y peligros existenciales. Pero Adón no quiere que nos perdamos entre una historia y la siguiente, y con gran acierto, nos propone una poesía en forma de prosa para saltar entre sus personajes y así salir indemnes en ese intento.

El mes más cruel con total seguridad seguirá cosechando parabienes y éxitos, pero algunos de sus lectores se quedarán con la sensación que hay veces que en la literatura con mostrar no es suficiente.

Reseña de Ángel Silvelo Gabriel

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