martes, 24 de enero de 2012

EL TIEMPO Y LOS CONWAY: LA TRILOGÍA DEL TIEMPO (PASADO, PRESENTE Y FUTURO) A ESCENA.

¿Qué es la vida?, o ¿qué es el tiempo? La vida como resultado final de la responsabilidad de nuestros actos y acciones. El paso del tiempo como un bucle asesino que nos descabeza las esperanzas. El tiempo y los Conway es todo esto y mucho más, porque su decadencia te conmueve, sus sueños rotos te rasgan por dentro, y la teoría de Dunne sobre el tiempo te fascina. En definitiva, “el tiempo como chivo expiatorio de nuestros fracasos, miserias…” En esta obra de teatro, el presente se da de bruces con el falso espejismo del futuro; un futuro que no es cualquier cosa, porque es el reflejo de todos nuestros sueños… de una vida soñada a la que cada uno de nosotros es incapaz de renunciar, porque sabemos que renunciar es morir. La vida atrapada en la jaula de la teoría temporal de Dunne. Una teoría del tiempo en la que no sólo Priestley cayó para no volver jamás a salir de ella, sino que escritores como Borges, también expiaron en alguna de sus obras. Como dice el maestro Javier Villán en el diario EL Mundo “el tiempo no pasa; es en todo caso, el eterno retorno”.

El tiempo y los Conway también es puro teatro. Esa genialidad a la que ya nos tiene acostumbrados un Pérez de la Fuente, distinto, original, intrépido, magistral, inolvidable… El montaje acertadísimo, pulcro y eficaz, con una iluminación que nos tapa para luego mostrarnos, y un telón que como una mueca de la realidad nos exhibe una larga sonrisa en color rojo, y a la que podríamos atribuir el poder de la continuidad, del paso del tiempo. ¿Y la dirección de actores? Inteligente, medida, acertada, magnífica… porque en El tiempo y los Conway es una gran obra de teatro de actores, a los que de nuevo Pérez de la Fuente ha sabido dar a cada uno su sitio y a cada uno su voz, con un resultado más que destacable en el conjunto, del que sobresale Luisa Martín, nuestra popular Juani, que aquí se nos muestra como una gran dama del teatro, joven, vieja, tierna, cruel, madre, amante…

Como dice el propio Juan Carlos Pérez de la Fuente “el gran teatro no es el que te da respuestas, es el que te remueve” y El tiempo y los Conway lo hace, porque te replantea toda una existencia, toda una vida, y más ahora en los tiempos de crisis en los que nos encontramos, pues es en este escenario, donde el ser humano se replantea muchos por qués y busca una salida, que como en este obra de Priestley, pueden venir a través del tiempo y su trampa, pues nadie quiere acabar aplastado por las paredes de su propia casa cuando éstas se erigen como jueces de toda una saga familiar.

Reseña de Ángel Silvelo Gabriel.

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