Nunca respondes a mis llamadas de
socorro, como si mi voz fuese un número de teléfono que no formara parte de tu
agenda. ¿Te acordarás de nuestro juramento? Sí, ese que tú incumples
reiteradamente. ¡Desde entonces han pasado tantas cosas! La primera vez que me
di cuenta de que faltarías al principio íntimo que había sellado nuestro amor,
fue cuando no renunciaste a hacer la carrera de Derecho. Luego, poco a poco te
alejaste de mí, y corrías sin freno a tu particular dolce vita leguleya
plagada de mañanas de resaca. A pesar de todo, mi ingenuidad todavía te concede
una nueva oportunidad, y te dejo una copia de tu promesa en el despacho,
confiada en que ahora ya no tendrás una coartada para eludirlo, pero sin darme
cuenta, me tropiezo con una nueva alegación por tu parte: «me han concedió la
prórroga en el servicio activo. Volveré tarde, como siempre».
Microrrelato de Ángel Silvelo Gabriel
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