Tal y como reza la leyenda que
acompaña a cada uno de los libros de Nórdica: «Pronto llegará la nieve. Se
siente en el aire» y, tal y como es costumbre en los últimos años, cuando el
calendario llega a su fin: «Pronto llegará un nuevo libro del tándem formado
por Marchamalo
y Santos». En esta ocasión, la escritora elegida ha sido Virginia
Woolf. Una escritora que, como los anteriores —en palabras del escritor
y periodista Jesús Marchamalo— también tiene el sesgo de rara o especial.
Una virtud a la que el escritor, una vez más, ha sacado brillo y singularidad,
porque este corto e intenso retrato que nos brinda sobre la famosa escritora
del grupo de Bloomsbury, es entrañable a
la vez que genial, a la par que: único, sintético, luminoso, certero, lírico o
sobrecogedor. No hay detalle que se escape a la mirada de Marchamalo, pues en
apenas ocho folios deja una semblanza inolvidable del personaje que aborda que,
como un eco, se repite dentro de nosotros una y otra vez sin tiempo para la
negación. Su escritura, lírica y elíptica, es una majestuosa sucesión de
imágenes que nos atrapan y nos devuelven a ese tipo de literatura hipnótica y
magistral que nos deja sin aliento. No nos dejemos engañar, porque este pequeño
libro: Virginia Woolf, Las olas, te invita a su lectura no sólo una
vez, sino varias, por la profundidad de sus frases y palabras y, como no, por
las magníficas ilustraciones de Antonio Santos que, de nuevo, nos
arrastra con sus imágenes a esa Inglaterra victoriana de principios del s. XX.
Magníficas son sus ilustraciones que, en ocasiones, nos recuerdan a ese desnudo
intelectual presente en los cuadros metafísicos de De Chirico; o en otras
nos evocan a los grandes maestros de la pintura española a través de sus
imponentes retratos que nos obligan a dejar
de leer para contemplar en toda su plenitud la esencia de los gestos y los
trazos —sencillos y sobrecogedores— de este artista que desnuda almas y que, a
través de su dualidad: blanco-negro, proyecta la austera plenitud de la vida,
ya sea ésta alegre o triste, luminosa u oscura, parca o metafórica.
Virginia Woolf, Las olas
es una vida en sí misma, pero también, una vida en muchas otras y a la inversa,
pues todas ellas confluyen en el alma trabajosa y atormentada de uno de los
mitos de la literatura. Un mito que expresó sus miedos y su libertad cuando
decidió poner fin a su vida: «¡Contra ti me lanzaré, entera, invicta, oh
muerte!». Un extraordinario epitafio que fue esculpido en una placa que, a su
vez, fue depositada entre dos olmos. En su sombra esa Ofelia trágica paró su
reloj a las doce y cuarto del día en el que decidió marchar sola en busca del
rugir de las olas que la mecieran y acompañaran en el letargo del sueño eterno.
Un sueño eterno que nos retrotrae hasta su recuerdo. Un recuerdo que siempre
irá acompañado de su familia, los amigos, la literatura y… las olas.
Ángel
Silvelo Gabriel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario