Mi bufete de abogados está muy seguro
ante la próxima vista oral de mi juicio. En conjunto todo se presume favorable,
ya que no hay testigos y no hay pruebas. Sólo me unen al cadáver una antigua
amistad y las huellas de mi mano derecha que, entre otras muchas, aparecen en
una de las ventanillas del coche donde él ha aparecido asesinado. Entonces,
¿qué me preocupa? Cuando era boxeador profesional me conformaba con chupar los
restos de sangre de la esponja que mi ayudante me pasaba por la cara para
secarme las marcas de la pelea. Pero de ahí, pasé a besar a jovencitos en busca
de fama que me permitían succionarles pequeñas dosis de sangre. Y ahora tengo
miedo, porque mi ansia ya no tiene límites y me veo confesando mi vampirismo
ante el juez, cuando me muestre la esponja sin una gota de sangre que
encontrarán dentro del salpicadero.
Microrrelato de Ángel Silvelo Gabriel
1 comentario:
No entiendo: ¿Qué prueba una esponja guardada sin una gota de sangre en un salpicadero? ¿Qué confirma? ¿Qué demuestra?
¿Qué obliga a confesar?
No tiene ni pies ni cabeza.
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