martes, 14 de junio de 2016

MODELO DE RESPUESTA POLAR, DOS AMIGOS: MOSTRANDO LOS RASGUÑOS DE LA OTRA VIDA



Calles sin nombre que, de repente, se convierten en una parte esencial de nuestras vidas, porque son la primera referencia cada día, justo cuando intentamos establecer un nexo de unión con el mundo. Y a partir de ahí desconectar de la senda que hacía un momento nos llevaba por la otra vida, y es justo en ese lugar que nadie conoce y que se comporta como una ciénaga de la que nadie nos puede salvar, donde de verdad estamos a gusto mostrándole a la soledad los rasguños del alma. Una soledad que es el perfecto eco para nuestros sentidos ya marchitos de tanto revés. Si te caes te tienes que levantar, y esa es la lucha que nos muestra el grupo valenciano Modelo de Respuesta Polar que, desde su lejano primer Ep de cuatro canciones (del año 2010) nos van mostrando los rasguños de la otra vida con la maestría y el saber estar que les está dando el paso del tiempo, al que han sabido acompañar de los elementos necesarios y esenciales para ir subiendo peldaño a peldaño en la dura escalera del indie español. Este Dos amigos es una buena muestra de ello, pues la práctica totalidad de las onces canciones que componen su último trabajo, son la expresión más cercana a esa perfección conceptual que persigue a Borja Mompó y al resto de componentes de MRP. La singularidad de su música se mueve muy bien en esos intensos, poéticos y arrebatadores medios tiempos pop que tan bien ejecutan, donde la armonía entre la voz de Mompó y las cuerdas de las guitarras es extraordinaria a la hora de expresar ese desgarro existencial que modelan a sus letras.



El Cd no puede empezar mejor, pues los cuatro primeros temas son extraordinarios, ya que si Momentos similares, el tema escogido como primer single, ya posee todos los elementos perturbadores de su música, Dos amigos es una especie de plan perfecto que no puedes dejar de escuchar: «Cuántas veces me has visto intentarlo  aprender de ti con todo lo que llevo». Un mecanismo de enganche que se prolonga con Umo y La juventud y el tiempo, un corte que contiene todos los ingredientes necesarios para hacerse un hueco en el planeta indie sin excusas, tanto por la expresividad de las cuerdas de las guitarras como por el brillo instrumental del resto de la banda, pues una vez que sube, sigue y sigue sin parar en su búsqueda del más allá. Un ritmo que se pausa un poco en Cosas increíbles, pero que juega con la sencillez de los sonidos directos. Algo que también nos sirve para definir Cómo crees, un corte que nos intenta atraer hacia ese abismo que nos propone el grupo, pero de una forma más tranquila, lo que no es óbice para que a mitad de recorrido rompa con toda la fuerza que es capaz de expresar MRP.



Los días es como un breve interludio antes de sumergirnos es la segunda parte más completa del disco, pues si las cuatro canciones que lo abren son magistrales, las cuatro últimas no le van a la zaga. Un fuego ya nos anuncia que los ritmos que nos pegan fuerte en el corazón han regresado para ajustar cuentas con nuestro destino. Acertadísimos teclados de este corte que nos transmite una y mil imágenes. Tema evocador por excelencia, sin duda, y que nos sumerge en otro de los grandes aciertos de este disco, pues No estoy nos hace un nuevo quiebro por si acaso no nos habíamos dado cuenta todavía de la frescura y la hondura de la propuesta musical de MRP: ¡chapeau! Que no se apague es la vuelta al arrebato y la fuerza más directa: «Que no se acabe nunca, que no se apague nunca», y no lo hace porque las notas de esta canción nos ponen en esa órbita tan perfectamente delineada por los arreglos de este gran tema, y que nos lleva como un zarpazo hasta Casi nunca, la reivindicación de un lugar destacado en la escena indie española de un grupo que canta al amor, a los amigos y los rasguños de la otra vida como nadie: «Sabes lo que sería mejor, poder cuestionarlo todo hablando de ti, que nunca me falte», pues eso, que nunca nos falten los acordes de esta gran banda.





Ángel Silvelo Gabriel

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