Calles sin nombre que, de repente, se
convierten en una parte esencial de nuestras vidas, porque son la primera
referencia cada día, justo cuando intentamos establecer un nexo de unión con el
mundo. Y a partir de ahí desconectar de la senda que hacía un momento nos
llevaba por la otra vida, y es justo en ese lugar que nadie conoce y que se
comporta como una ciénaga de la que nadie nos puede salvar, donde de verdad
estamos a gusto mostrándole a la soledad los rasguños del alma. Una soledad que
es el perfecto eco para nuestros sentidos ya marchitos de tanto revés. Si te
caes te tienes que levantar, y esa es la lucha que nos muestra el grupo
valenciano Modelo de Respuesta Polar que, desde su lejano primer Ep de
cuatro canciones (del año 2010) nos van mostrando los rasguños de la otra vida con
la maestría y el saber estar que les está dando el paso del tiempo, al que han
sabido acompañar de los elementos necesarios y esenciales para ir subiendo peldaño
a peldaño en la dura escalera del indie español. Este Dos amigos es una buena
muestra de ello, pues la práctica totalidad de las onces canciones que componen
su último trabajo, son la expresión más cercana a esa perfección conceptual que
persigue a Borja Mompó y al resto de componentes de MRP. La singularidad
de su música se mueve muy bien en esos intensos, poéticos y arrebatadores medios
tiempos pop que tan bien ejecutan, donde la armonía entre la voz de Mompó
y las cuerdas de las guitarras es extraordinaria a la hora de expresar ese
desgarro existencial que modelan a sus letras.
El Cd no puede empezar mejor, pues los
cuatro primeros temas son extraordinarios, ya que si Momentos similares, el tema escogido como primer single, ya posee
todos los elementos perturbadores de su música, Dos amigos es una especie de plan perfecto que no puedes dejar de
escuchar: «Cuántas veces me has visto intentarlo aprender de ti con todo lo que llevo». Un
mecanismo de enganche que se prolonga con Umo
y La juventud y el tiempo, un corte que contiene todos los ingredientes
necesarios para hacerse un hueco en el planeta indie sin excusas, tanto por la
expresividad de las cuerdas de las guitarras como por el brillo instrumental
del resto de la banda, pues una vez que sube, sigue y sigue sin parar en su
búsqueda del más allá. Un ritmo que se pausa
un poco en Cosas increíbles, pero que
juega con la sencillez de los sonidos directos. Algo que también nos sirve para
definir Cómo crees, un corte que nos
intenta atraer hacia ese abismo que nos propone el grupo, pero de una forma más
tranquila, lo que no es óbice para que a mitad de recorrido rompa con toda la
fuerza que es capaz de expresar MRP.
Los días
es como un breve interludio antes de sumergirnos es la segunda parte más
completa del disco, pues si las cuatro canciones que lo abren son magistrales, las
cuatro últimas no le van a la zaga. Un
fuego ya nos anuncia que los ritmos que nos pegan fuerte en el corazón han
regresado para ajustar cuentas con nuestro destino. Acertadísimos teclados de
este corte que nos transmite una y mil imágenes. Tema evocador por excelencia,
sin duda, y que nos sumerge en otro de los grandes aciertos de este disco, pues
No estoy nos hace un nuevo quiebro
por si acaso no nos habíamos dado cuenta todavía de la frescura y la hondura de
la propuesta musical de MRP: ¡chapeau! Que
no se apague es la vuelta al arrebato y la fuerza más directa: «Que no se
acabe nunca, que no se apague nunca», y no lo hace porque las notas de esta canción
nos ponen en esa órbita tan perfectamente delineada por los arreglos de este
gran tema, y que nos lleva como un zarpazo hasta Casi nunca, la reivindicación de un lugar destacado en la escena
indie española de un grupo que canta al amor, a los amigos y los rasguños de la
otra vida como nadie: «Sabes lo que sería mejor, poder cuestionarlo todo
hablando de ti, que nunca me falte», pues eso, que nunca nos falten los acordes
de esta gran banda.
Ángel Silvelo Gabriel
No hay comentarios:
Publicar un comentario