lunes, 23 de octubre de 2017

CONCIERTO DE THE NEW RAEMON & McENROE EN LA SALA OCHOyMEDIO: EL ANIMALARIO DE LOS SENTIDOS


 
Arribar en mitad de la nada para sentir esa perfecta sincronía que es la de estar solo y perdido. Solo y perdido en un bosque que nadie más que tú conoce, en mitad de una naturaleza que por fin es lo que tú quieres que sea, y en la que tú te cobijas como si fuera el animalario de tus  sentidos. Vista, olfato, tacto, gusto y sonidos que se nutren de la esencia de todos los sentidos: las entrañas que yacen desdibujadas en nuestro interior. Ahí es donde se han parado Ramón Rodríguez y Ricardo Lezón a visionar su propia vida —ésa que nadie más que ellos conocen—, y aunque sólo lo hagan en los momentos más profundos y oscuros de la locura de sus sentidos: «basta un cretino para ponerte los pelos de punta». Momentos en los que todo deja de ser armonía y se transforma en un lenguaje pleno de sonidos y, que en su caso, se adornan con las cuerdas de unas guitarras acompasadas y aguerridas, profundas y temerarias, vivaces y únicas... Guitarras a las que les acompañan la voz profunda de Ramón y la más estridente de Ricardo. Eso sí, asociados, ambos, bajo la premisa de la oscura sensación de la pérdida y la melancolía en un rictus de tensión y lejanía como sólo es capaz de producir uno de los mejores argumentos de la vida: el desamor. La lejanía de lo deseado provoca en este dúo de cantautores indies una especie de remolino que, cada uno de ellos, reinterpreta a su manera sobre el escenario: «yo que me creí tan bueno no soy así». De una forma más dinámica Ramón que, con sus notas, engendra desgarros cercanos al rock más profundo; y Ricardo más ensimismado en su nube de artista despistado (que no para de preguntar a Ramón cuál es la siguiente canción), mudo y arrítmico, salvo cuando las ondas de la música provocan en él esas erupciones internas (como le ocurrió en la canción que cerró el concierto: Rugen las flores) a las que no puede escapar. 

El setlist del concierto fue un toma y daca en el que cada uno de los artistas atacó la parte principal de los temas presentes en el melódico y lírico Lluvia y truenos, pues ese el espíritu de su colaboración: una pura tormenta, en la que, eso sí, tuvo cabida la colaboración de Charlie Bautista, a mitad de la misma, lo que le permitió a Ricardo Lezón marcharse del escenario a fumarse un cigarrillo (según le dijo Ramón cuando éste de nuevo entró al escenario). Más allá de la pura anécdota, esa alternancia de versos y rimas, ecos de voces y sintonías, encandilaron a los asistentes al concierto que llenaron la planta baja de la sala Ochoymedio de Madrid, y que disfrutaron a pleno pulmón de cánticos entrecortados sobre las propias voces de sus dos ídolos. Fans que, arrebatados por el sentimiento profundo que les causaban las canciones de Ricardo y Ramón, se quedaron sin voz y, podríamos añadir, vacíos de furia que no de gloria, pues ésta se les escapaba por el brillo de los ojos al final del concierto. 

Lluvia y truenos, La carta, Montañas, Malasombra, Barcos, Cuadratura del círculo, Gracia… fueron derribando las barreras de lo intangible, en un viaje de caravanas y suburbios, amor y desamor, fronteras y abismos que, eso sí, Ricardo y Ramón convirtieron en protuberancias de carne y hueso, como de carne y hueso son esos dos héroes anónimos (Ramón y Ricardo) que, igual que una tormenta, devastaron los sentidos de aquellos que acudieron a escucharles, convirtiendo la sala Ochoymedio en una naturaleza viva y única, en la que cada uno pudo implantar su propio animalario de los sentimientos. 

Ángel Silvelo Gabriel. 

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