En
una sociedad tan pacata y escasa en ideales como en la que vivimos en la
actualidad, no está demás que, de vez en cuando, nos recuerden que todavía
merece la pena luchar por aquello en lo que se cree. De ahí que, en nuestro día
a día, deberíamos de ser capaces de mirar a la línea del horizonte como mejor
ejemplo y reto a la hora de llegar a donde en verdad queremos ir, por imposible
que se nos antoje ese lugar que nadie más que uno mismo conoce. Menos mal que,
fuera de la rutina diaria, aún nos quedan muchas metas por conquistar y, en
este sentido, el valor de la épica a la hora de reivindicar nuestros deseos sea
único. No está de más, recordar que la épica es un relato literario en el que se
nos narran las hazañas de los héroes que representan ese tipo de ideales que
nos mueven a la largo de nuestras vidas y, que si lo aplicásemos al mundo de la
música, grupos como los murcianos Noise Box serían un magnífico
ejemplo de ello, pues su música es una extraordinaria caja de resonancias
musicales que convierten a sus canciones en lo que podríamos denominar como la
épica de las tormentas, pues su solvencia es la misma a la hora de arrancar un concierto
con canciones tan envolventes, magnéticas y demoledoras (en su intensidad) como
Transit, como cuando las cuerdas de
sus guitarras aterrizan en un territorio power-pop intenso, y casi lírico, como
cuando interpretaron Magic, donde las
notas de su música fueron como las ráfagas de un viento de finales de verano,
por lo insinuantes que nos resultaron. En este sentido, se nota y mucho el
recorrido que el grupo ha hecho este año presentado por toda España su último
trabajo: Every picture of you is when you
were younger, y su paso por alguno de los festivales patrios de este
verano. Así, al menos, lo atestiguan temas como She was daydreaming, donde la hipnosis que bebe del pop inglés más
atmosférico de los años 80 nos hace viajar en el tiempo de una forma
prodigiosa. Durante su ejecución, Noise Box se adentra en una cueva
donde sólo brillan los enigmas cargados de energía positiva, igual que los destellos
de amor que se cuelan por las grietas de
nuestros corazones. Notas envolventes que nos transmiten la furia de los días sin
sol y, en los que el grupo murciano, busca nuevos horizontes y los encuentra.
Algo similar les ocurre cuando interpretan medios tiempos portentosos como Broken teeth, una canción cargada de
energía positiva y que, nos demuestra que lo de menos es no llevar nada en los
bolsillos, pues los reflejos de vida que los murcianos nos retratan sólo
respiran buenos deseos bajo la luminosidad de unas guitarras al servicio de una
potente melodía que fluctúa entre destellos que nos retratan el día a día.
Noise
box entremezcla la tersura de sus
canciones más luminosas con la fuerza de sus composiciones más oscuras que
denotan una clara influencia británica; una influencia esta última muy presente
en Desintegrating landscapes, un tema
que nos hizo revivir momentos mágicos, pues fueron capaces de atrapar nuestros
sentidos a través de una atmosfera oscura que también rompe en un vertiginoso
espejo de sonidos prófugos del mal. Lo que de una forma apabullante ocurrió
cuando sonó My evil twin, ejecutado
con un ritmo que penetró hasta el último rincón de nuestros sentidos mediante
guitarras estremecedoras que fueron capaces de sustentar la melodía como pocas
veces hemos visto, lo que nos traslada a la esencia de una música que no
necesita de ningún adjetivo que la manche. Con Dunes and trees regresó la calma al escenario, lo que de nuevo nos
dejó con esa sensación de sensibilidad rítmica con la que también e identifica
a las canciones de Noise Box (una suerte de The Smashing Pumpkins a la española),
que se desplazan con total libertad por los ritmos que marcan. En Another you siguen manteniendo la
intensidad de la melodía; un tema que también se reserva un lugar es esa
especie de olimpo sonoro donde anidan la armonía y la verdad. Con Someone pay the ransom sube el ritmo
hasta llegar a ese determinante zigzagueo sonoro que los identifica, lo que
continúa con The weight of light
igual que si siguiésemos en una nube con secuencias sonoras de ciencia ficción
y, que sin interrupción, nos deposita en el potente bajo con el que se abre Run; un tema anclado en un pop más oscuro
con un final espectacular.
Jesús
Cobarro (cantante y guitarra), Bienve
Campoy (guitarra), Helios Sánchez (bajo), Luis
Pastor (teclados y sintetizadores) y Alejandro Dumas (batería),
es decir, Noise Box, cerraron su concierto en la Salas Maravillas de Madrid
con Big boy, tema que fuera su primer
sencillo de su último trabajo, y lo hicieron como el resto del concierto al más
puro estilo power-pop que acabó con un final pleno de ritmo y un grito
desgarrador de Jesús Cobarro que, de algún modo, nos anunciaba la épica de las
tormentas.
Ángel Silvelo Gabriel.
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