domingo, 20 de junio de 2010

TWO LOVERS: UNA HISTORIA DE PERDEDORES


El descenso por las heladas aguas del río al que se tira Leonard (Joaquín Phoenix) al principio de la película, se interrumpe con un último intento de sobrevivir y salir del profundo pozo en el que se encuentra. Este es el punto inicial sobre el que se sustenta la historia de Leonard, un joven que vuelve a la casa de sus padres después de un fracaso sentimental, al que hay que añadir un trastorno bipolar que le marca su comportamiento cada vez que deja de tomar su medicación.
En un entorno tan claustrofóbico como la casa de sus padres y una pequeña habitación llena de objetos personales, Leonard se sitúa en una vida llena de nuevas esperanzas que él no ha buscado, sino que le llegan por azar, y ese quizá sea el talón de Aquiles del guión, unas situaciones tan fortuitas y continuadas que pierden credibilidad, a través de las que Phoenix conoce a dos jóvenes y guapas mujeres que representan dos tipos de amores diferentes.
La estética del perdedor sigue teniendo grandes adeptos, por lo que no es de extrañar que este film esté teniendo grandes críticas y aceptación por parte de los medios, lo que sin duda, se traduce en esa irresisitible atracción hacia todo tipo de historias de fracasados, como si esa fuera la dura y verdadera historia de nuestras vidas, cuando para lo que realmente se nos prepara es para todo lo contrario; una vida llena de éxitos y felicidad. En este sentido, dentro de este drama amoroso hay que destacar a Joaquin Phoenix en su papel de trastornado bipolar (la gran industria del cine siempre es muy afín a este tipo de papeles), actuación que uno ya no sabe si se distancia mucho de las últimas apariciones públicas del actor negando la continuidad de su carrera cinematográfica, lo que no es óbice para decir, que James Gray acierta de pleno en su elección, pues su interpetación está a gran altura.
Otro de los aspectos llamativos del fim, desde el punto de vista de la realización, es la posición que Gray adopta a la hora de rodar ciertas escenas, saltándose todos los arquetipos de los realizadores americanos, de ahí, que sorprendan las escenas rodadas con cámara al hombro que trasmiten fielmente el vaivén de los personajes mientras deambulan por la ciudad, por no hablar de una de las escenas finales, donde desde un encuadre general va acercándose a los personajes del mismo modo que Phoenix lo hace a Paltrow hasta dejarnos la cámara pegada a los rostros de los protagonistas. Gray también deja traslucir su influencia y gusto por la película La Ventana Indiscreta, en los diálogos que Phoenix y Paltrow entablan a través de sus respectivas ventanas en el patio interior de las viviendas donde residen, un guiño hacia el mejor cine clásico que esta ocasión resulta eficaz.
Asimismo, hay que destacar la interpretación de una Gwyneth Paltrow, que sale bellísima en unas escenas donde su pálido rostro está exento aparentemente de maquillaje, encarnando a una atormentada Michelle que tampoco es correspondida por la persona a la que ella en verdad ama, y que nos muestra a una Paltrow distinta, si exceptuamos su interpretación de la atormentada Sylvia Plath, papel que también borda. Al otro lado, se encuentra la también hermosa Sandra (Vanesa Shaw) que cierra el círculo de este triángulo amoroso de perdedores en su búsqueda del amor, y que en este caso encarna a la mujer dulce, cercana y sumisa que no es correspondida por un distante Leonard, enamorado perdidamente de Michelle.
Two Lovers es una historia de perdedores, donde los tres protagonistas pierden algo en su camino a pesar de que no lo parezca, y que al igual que la música de ópera que nos acompaña a lo largo de la película, se va transformado en una ópera trágica, con un final sorprendente que no nos deja indiferentes.

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