¡Por fin!, cuando nunca creía que iba a ocurrir, un microrrelato mío ha sido seleccionado como finalista del II Concurso de Microrrelatos de Abogados.es. del mes de junio. Un año detrás de ello y al final lo he conseguido. Como anécdota, decir que uno de los microrrelatos que he presentado en este concurso, ya fue seleccionado y publicado en el Concurso de microrrelatos que organiza la Editorial Hipálague, y en la edición de papel del Qué.es, y que lleva el nombre de Nunca seré abogado.
Aquí os dejo el microrrelato, aunque bajo mi punto de vista no es el mejor de los que he presentado:
SINIESTRO MENSAJE
Yo fui el único testigo, de ahí, que resulte más difícil sostener el contenido de mi declaración. A los ojos de mis superiores, no soy más que un soldado no permanente. Un desecho de tienta, como nos recordaba mi capitán cada mañana. Lo sé, mi defensa debe ser más contundente que un alegato dentro de un papel bien escrito. Nadie va a fallar a mi favor, y menos aún, un Juez Togado Militar. Cómo le explico que todo fue un maldito accidente. Sí, cómo le digo que la culpa fue de la maldita alergia que padezco, y que además se acentúa con la primavera. Mi inocente estornudo hizo que el capitán apretara accidentalmente el gatillo de la pistola que estaba revisando, y la bala que contenía, se convirtió en la emisaria de un siniestro mensaje con todas nuestras réplicas a sus continuas vejaciones. Pero ese es nuestro más íntimo secreto.
Yo fui el único testigo, de ahí, que resulte más difícil sostener el contenido de mi declaración. A los ojos de mis superiores, no soy más que un soldado no permanente. Un desecho de tienta, como nos recordaba mi capitán cada mañana. Lo sé, mi defensa debe ser más contundente que un alegato dentro de un papel bien escrito. Nadie va a fallar a mi favor, y menos aún, un Juez Togado Militar. Cómo le explico que todo fue un maldito accidente. Sí, cómo le digo que la culpa fue de la maldita alergia que padezco, y que además se acentúa con la primavera. Mi inocente estornudo hizo que el capitán apretara accidentalmente el gatillo de la pistola que estaba revisando, y la bala que contenía, se convirtió en la emisaria de un siniestro mensaje con todas nuestras réplicas a sus continuas vejaciones. Pero ese es nuestro más íntimo secreto.
Microrrelato de Ángel Silvelo Gabriel
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