lunes, 16 de agosto de 2010

MI REFUGIO O LA AUSENCIA DE PALABRAS


Mi refugio intenta ser un canto a la maternidad accidental y no deseada, ofreciéndonos un punto de vista diferente a la interminable lista de embarazos en los estrenos recientes, pero que sin embargo, se queda en un mero intento intimista y plástico de trasladarnos a una historia, donde lo que destaca es la ausencia de palabras, y en donde el espectador debe suponer no sólo diálogos sino también sentimientos.


En un principio podríamos pensar que la elección de la película como Gran Premio del Jurado del Festival de San Sebastián era suficiente carta de presentación como para ir a la sala de cine con una cierta seguridad a la hora de ver una buena película, lo que sin duda contrarrestaba que su estreno (al menos en España) fuese en pleno mes de agosto, donde las grandes ciudades se encuentran vacías de por sí, y apenas algunos curiosos se atreven a meterse en una sala de cine a ver una película y de paso refrescarse del intenso calor veraniego.

Mi refugio narra la historia de Mousse, que tras perder a su novio por sobredosis (ella misma es drogadicta) decide sacar adelante el embarazo que le comunican en el hospital donde ha sido ingresada pese a la oposición de la familia de su novio. Lo que en un principio parece va a ser una historia indolora sobre la pérdida y la superación, se transforma en el refugio de Mousse (Isabelle Carré) en el idílico País Vasco francés, donde su director, François Ozon nos presenta un entorno tan bello como los cuerpos de sus actores, pero lo resalta tanto, que no parece real.

En esta película, Ozon vuelve a mostranos cómo un personaje cambia a los que le rodean, y en este caso es Mousse (a la que Ozon retrata reflejada en espejos hasta la saciedad), la encargada de transformar el mundo de aquellas personas con las que se encuentra. Un encuentro frío y hasta tirante con Paul (el cantante Louis-Ronan Choisy) hermano de Louis remarca la supremacía de las imágenes sobre las palabras, y es el punto de inicio de una relación entre una embarazada drogadicta y un homosexual que quiere explorar otros mundos, como el de la paternidad o la búsqueda de la sensualidad de las embarazadas.

Si algo hay que poner en el haber de Ozon, éste es sin duda la forma en cómo nos muestra una sensualidad de la en ocasiones bellísima Isabelle Carré, embarazada de siete meses pero con un gran poder de atracción sobre los escasos hombres de los que se rodea en su refugio, dando paso a unas buenas dosis de sensualidad en el film.

Las interpretaciones tanto de Isabelle Carré como de Louis-Ronan Choisy se diluyen en su propia belleza, lo que en este caso les hace perder credibilidad, aunque en este tándem interpretativo, sale ganando ella, antiheroína arisca y sin palabras, que dará pie a un final sorprendente.


Mi refugio se queda a medio camino entre el drama intimista y la historia de la superación sin aflicciones, todo ello envuelto en una historia sin palabras.

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