miércoles, 18 de agosto de 2010

TURNER Y LOS MAESTROS: UNA BATALLA PICTÓRICA


Lo primero que sorprende al vistante antes de entrar en la exposición sobre Turner y los Maestros, es el gran acierto de Moneo a la hora de disponer el hall de entrada, que recuerda sin mucho esfuerzo al del Louvre de París (pero sin pirámide), y que sirve de punto de encuentro y distribución de la gran pinacoteca madrileña. Por no hablar de la magnífica actuación llevada a cabo en claustro de los Jerónimos como muestra de lo que es una perfecta y equilibrada elección por las formas sencillas y los colores, y que sirven de magnífico colofón a la exposición que ahora nos ocupa.


En este sentido, si por un lado nos llama la atención el entorno en el que se encuentra situado nuestro último encuentro con la pintura, no lo es menos, comprobar que la exposición Turner y los Maestros es un excelso, a la vez que complicado y majestuoso ejercicio de comparación entre Turner y sus predecesores, y Turner y sus coetáneos. Lo que para todos aquellos que poseen como referencia de este magistral artista inglés, los innumerables y maravillosos cuadros, dibujos y grabados que con carácter permanente se exponen en la Tate Britain londinense, no dejan de ser una visión tan distinta como original de las composiciones pictóricas y artística de este maestro de la evanescencia.


Si bien, por otro lado, la exposición podría calificarse de ambiciosa en el sentido de su carácter marcadamente académico, y quizá elitista, al mostrarnos gran cantidad de artistas y períodos, pero sin duda, su belleza logra ganar la partida a la falta de conocimientos pictóricos comparativos a la hora de analizar cuadros y pintores, por la fuerza y la exigencia que en sí misma lleva la confrontación de lo que acaba siendo una batalla pictórica, donde no existen ni vencedores ni vencidos. Si acaso, nuestros sentidos sean los mejor parados de este encontronazo entre maestros de la pintura y salgan victoriosos y reconfortados por la variedad y la gran calidad de las obras expuestas en el Museo del Prado en esta exposición.

Turner y los Maestros se compone de 80 obras, entre las que hay que destacar pinturas de Rubens, Rembrandt, Claudio de Lorena, Watteau, Canaletto o Constable. Dentro de las 80 pinturas, hay 42 de Turner, de las que sobresalen del resto por ser consideradas obras maestras en palabras del comisario de la exposición Javier Barón, El declive del Imperio cartaginés, La tormenta de nieve, Aníbal y su ejército atravesando Los Alpes o las relacionadas con el Diluvio: Sombras y oscuridad y Luz y Color: la mañana después del Diluvio y Paz-Sepelio en el mar, que sirve de cartel a tan magna exposición.

Turner y los Maestros es una singular ocasión de apreciar la carrera de un gran artista, forjada en la constante comparación con los grandes clásicos que despertaron su interés como forma de aprender un oficio y acortar la distancia con la eternidad en el mundo del arte, donde de paso, se pueden establecer lazos más estrechos con el lado más paisajístico y renacentista de este maestro del color y la evanescencia.

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