Abro el cartapacio y leo: «Tomo Uno,
Fascículo Primero». Le proponemos un viaje por el mundo de la abogacía bajo el
lema que hizo famoso a Churchill: «sangre, sudor y lágrimas». En una anotación
al margen hay escrito: «no hay mayor socavón en la vida de un hombre
que la falta de aventuras». Sigo pasando hojas, pero sólo leo términos y
definiciones jurídicas, hasta que me tropiezo con otra frase manuscrita: «plomo
es lo que yo necesito para no salir volando de aquí». Cierro el cartapacio un
tanto extrañado, pero cuando me dispongo a dejarlo en el arcón, veo la figura
de un camello de madera. Bajo del desván y se lo enseño a mi madre. «¿Y tú? —me
pregunta— ¿lo has pensado bien?». Pero en vez de contestarla, pienso que mi
mapa de aventuras no se parecerá a sus tediosos recuerdos, porque tendrá el
color y la sinrazón de las vidas que viviré a través de mis clientes, sin
necesidad de tener que acudir a un obsoleto curso de abogado por
correspondencia.
Microrrelato de Ángel Silvelo Gabriel
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