domingo, 19 de febrero de 2017

DETRÁS DE LA ÚLTIMA NUBE.- MICRORRELATO DE ÁNGEL SILVELO


Nunca he visto el sol, como otros nunca han visto el mar. Le pregunté a mi abuelo cómo era, y él me contestó que como una bombilla gigante que quema cuando le acercas la mano. No le hice caso, porque para mí, el sol es el territorio donde se cumplen los deseos. Y un lugar que, aparte de energía, tiene mucha magia, tanta, que nadie puede acercarse a él y descubrir la fuente de sus inagotables secretos. Con el paso del tiempo, también me he dado cuenta que necesito huir de esta ciudad para ir en busca del sol, pues aquí, sólo existe en el reflejo de la placa de la calle por la que paso cada mañana camino del colegio, justo al amanecer. Hoy sigue lloviendo, como siempre, pero ya nada me detiene. Me subo a mi bicicleta, con una mano en el manillar y la otra sujetando el paraguas. Al principio todo me parece demasiado real, pero cuando cojo velocidad, las imágenes se distorsionan en un sinfín de reflejos que alientan mi conquista, como en mis sueños. Soy tan feliz, que no creo que haya nadie que me pueda decir que soy un loco que busca algo que no existe. Y me acuerdo de mi abuelo, cuando le pregunté dónde estaba mi madre, y él me contestó que al otro lado del horizonte, bajo los rayos del sol. Desde ese día, mi único objetivo es llegar a ese lugar, que de momento sólo existe en mis sueños. Pero ahora, aunque bajo las nubes que tapan el cielo me sienta como un explorador sin brújula, no me importa, porque yo sólo quiero encontrar el sol y la luz que se esconde bajo sus rayos. Y sigo pedaleando, porque al final, más allá de mi imaginación, estoy seguro de que, el sol y mi madre, me están esperando detrás de la última nube.
Microrrelato de Ángel Silvelo Gabriel

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