ALEX O’DOGHERTY y LA BIZARRERÍA.
Todos los viernes en directo, entre el 8 de Noviembre y el 27 de Diciembre.
A las 23:30h en el Teatro de la Latina, Madrid.
Música, humor y locura: la dosis de diversión que necesitas.
En Fragmentos tienen cabida la literatura, la música, el cine, el teatro, el arte y, de vez en cuando, se cuela algún microrrelato.
En los tiempos que corren donde todo es oscuro y gris, Maryland llegan cargados con algo más
que buenas razones para prometernos viajar a la tierra prometida. Ellos han
sido capaces de sumar a su currículum la proeza de volar cerca del sol, y desde
allí arriba, iluminar nuestras tristes vidas. El brillo de sus guitarras y la
fuerza y la contundencia con las que se abaten sobre ellas, nos hacen pensar
que estamos ante uno de los mejores discos indies del año. Esa seguridad se
nota en el cambio en sus letras del inglés por el español, o por esa valentía a
la hora de apropiarse de una ruptura sentimental para adornar sus melodías de
grandes y pequeñas historias... como nuestras vidas. Los retazos de ilusiones
rotas, o incumplidas a medias, de sus letras, no rozan sin embargo a las
cuerdas de sus vigorosas guitarras, que alentadoras no caen en el desmayo. En
esa fuerza innata de su música es donde Maryland prodiga sus mayores
cualidades. En este sentido, Los años muertos comienzan con la
canción que da título al disco y que se comporta como un tiro directo a la
cabeza simbolizado a través de un sonido de guitarras arrebatadoras: "no puedo más/ ya se acabó/ cansado
estoy de avanzar/las hojas secas caerán.../ los años muertos arderán",
y sin embargo, a medida que avanza el disco esa fuerza tan contundente se va
convirtiendo en un regusto por los medios tiempos intensos, duros y hasta
melancólicos que se cierran con una de las grandes canciones del disco, Camino, a la que le anteceden otros dos grandes
temas titulados Al cielo en ascensor
y Cambio de filo; unas coordenadas
musicales a las que a lo mejor no están muy acostumbrados sus seguidores, pero
que sin duda, son la mayor muestra de madurez de este tercer disco en la
carrera de Maryland, que parecen poseídos por la intensidad de los
atardeceres del noroeste de su Vigo natal. Anclados en esos reflejos que nos
anuncian el final del nuevo día, proyectan sus mágicos poderes para adueñarse
de la esencia de los reflejos dorados, lo que les hace ser brillantes tanto en
la ejecución como en la idea, porque otro de los grandes aciertos encubiertos
del disco es que recuperan ese gusto por sonidos que muchas veces creíamos
perdidos.
No puede haber una sensación más potente de estar perdidos en el espacio, que lejos de la Tierra, el sol y la luna, donde la oscuridad es omnipresente y su fuerza, más oscura, se apodera de nuestros sentidos. Ni en el sueño más profundamente onírico seríamos capaces de sentirnos tan libres como
viendo Gravity, donde la ingravidez como facultad de poder flotar en
la inmensidad de la nada nos deja atónitos…, y de nuevo perdidos en la
infinitud de un espacio irreal por bello, majestuoso e imposible. ¡Qué difícil
es atravesar los límites de nuestras propias fronteras!, sobre todo, cuando lo
hacemos para perder todas aquellas referencias con las que hemos crecido y nos
hemos educado. De ahí, que en la más estricta soledad, ya sea ésta lunar,
espacial u onírica, nos encontremos perdidos en un mar sin agua, un océano sin
olas o un torrente sin cascadas, pues allá arriba, en el lejano espacio, el
rozamiento es otro y la vida también. Sin embargo, no debemos pasar por alto
que, tras esta cortina circense, donde asistimos narcotizados a los mejores
trucos de magia que podamos imaginar, a las más bellas imágenes que nuestra
imaginación nunca supo que existían, y a los mejores efectos especiales que la
técnica es capaz de crear para transportarnos a ese mundo soñado, se esconde la
historia personal de la astronauta Ryan Jones, una magnífica Sandra Bullock que,
con el poder de su mirada, profunda, aterrorizada y melancólica, es capaz de
hacernos olvidar por momentos dónde nos encontramos, pues el arrebato de los
sentimientos al que nos invita es tan hipnotizador que, sin ningún problema,
nos alejamos de la ingravidez y el espacio oscuro que la rodean, para
centrarnos en ese otro espacio narrativo de los sentimientos, pues al fin y al
cabo, más allá de la técnica somos humanos.
SECOND presenta MONTAÑA RUSA en directo
Viernes, 8 de Noviembre - SALA WAH WAH- VALENCIA
Hora: Apertura Puertas: 22:00h / Comienzo: 22:30h / Grupo invitado: Skizophonic Precio: 12,00 €uros anticipada / 15,00 €uros taquilla
http://www.ticketea.com/second-valencia
Sábado 16 de Noviembre- SALA STEREO- ALICANTE Hora: Apertura: 22:30h / Comienzo: 23:00h / Grupo invitado: Supermosca ENTRADAS AGOTADAS
NUEVA FECHA: viernes 15 de Noviembre – SALA STEREO-
ALICANTE
Hora: Apertura: 22:30h / Comienzo: 23:00h /
Grupo invitado: KUVE |
Montaña Rusa muestra a un grupo distinto, nuevo, experimentador y
arriesgado. Más visceral y menos correcto. Con muchas ganas de comerse el mundo y con una fuerza casi sobrenatural que se pone de manifiesto a través de once himnos.
Por primera vez, se han puesto en manos de Sebastian Krys en
Los Ángeles, un productor que, entre otras cosas, consigue sonidos musculosos donde no parece haberlos. Alguien que les ha animado no ser tan correctos y ordenados y con quien han conseguido un plus de frescura en toda esta hazaña y a ser aún más grupo que nunca.
Second se ha subido a la pista de baile y se ha propuesto que tú
no te bajes.
Si necesitas emociones fuertes, abre Montaña Rusa pero da vértigo,
estás avisado. |
La fuerza más oscura de nuestras entrañas nos empuja hacia el otro lado, ese que se encuentra fuera de la realidad. Retransmisión de un infarto de A de Animal, es eso, un
sueño que nos traslada a otro tiempo y otros lugares invadidos por la noche, la
rabia, el empuje, el sexo y la noche, sobre todo la noche, donde bajo el influjo
de la luz taimada de la luna todos somos un poco hombres y mujeres lobo. En
este sentido, la voz de Isabel Hevia se comporta como la
compañía perfecta para adueñarse del cetro de la fauna más radical de la música
indie española, porque A de Animal, consiguen en este
primer trabajo, situarse en ese lugar sorprendentemente vacío dentro del
panorama musical español, y lo hacen con la fuerza de una oscura y sucia resonancia
sonora que se apodera del espacio que
otros ya ocuparon con antelación. Esta vuelta a los más genuinos ochenta dejará
boquiabierto a más de un escéptico, pero esta es la apuesta de A de
Animal, la de sumergirse en las profundas aguas del delirio más intenso
y oscuro del punk rock español.