Cuando entré en un abarrotado Palacio de los Deportes de Madrid (12.000 personas), Mamá ya había comenzado su actuación, aunque enseguida alguien me dijo que por el escenario ya habían pasado Madrileños 84 (¿a qué hora comenzaba este fin de fiesta?). De todas formas, aún pude escuchar a José María Granados y su banda interpretar parte de sus éxitos, como: Número Equivocado, Chicas de Colegio o el Último Bar, junto con alguna canción de su nuevo trabajo La Mejor Canción. Además, su granito de arena emotivo vino cuando hicieron Nada más, agradeciéndole a Álvaro Urquijo su inclusión en el cartel del concierto.
A las 10,25 (justo una hora después de lo que marcaban las entradas como inicio del concierto)salieron Los Secretos al escenario tocando A tu lado, entre una lluvia de notas musicales que procedían de las pantallas gigantes de vídeo que coronaban un espectacular escenario. Enseguida, recordé aquella mañana de domingo, cuando los vi por primera vez en la discoteca Consulado de Madrid, en las actuaciones matinales de los 40 Principales bajo el slogan "Son lo más", de Joaquín Luqui .
El concierto comenzó con un ritmo suave, que se prolóngó durante las dos horas y media largas que duró, y con ligeras variaciones en los arreglos de los temas, lo que yo agradecí, y que me hizo pensar una vez más en la gran maestría musical del grupo. Después de A tu lado, siguieron Margarita, No me imagino, Colgado, El Hotel del Amor y la Calle del Olvido, donde el público se arrancó cantando coros junto a Álvaro.
Pero a veces, las ausencias se hacen tan presentes, que la fina línea que las divide acaban confundiéndose con las presencias, y eso fue lo que ocurrió anoche en el Palacio de los Deportes de Madrid, cuando Álvaro nos confesó que estaba seguro que por allí andaba el alma de su hermano Enrique, al que el grupo rindió un gran homenaje con orquesta tras el escenario incluida, y que comenzó con Hoy la ví (última canción compuesta por el malogrado Enrique) y a la que siguieron No me digas que no y Ojos de Gata (con imágenes de Enrique en las pantallas de vídeo), así como, Cambio de Planes, donde el pabellón se puso con los pelos de punta por la emoción.
El ritmo del concierto fue subiendo con El Primer Cruce, para culminar en éxtasis cuando tocaron el primer himno de la noche: Sobre un Vidrio Mojado, lo que provocó una marea de bailes incontrolados y coros masivos de un público entregado. Luego nos regalaron Ojos de Perdida, que como muy bien nos apuntó Álvaro, fue la primera canción compuesta por Enrique cuando tenía dieciséis o diecisiete años, y que fue vitoreada con oés. Detrás, llegó Déjame y todo se vino abajo, himno generacional donde los haya, y que traspasa todos lo imaginarios colectivos nombrables. En ese momento eran las 12,10 y ahí finalizaron el concierto.
Pero estaba claro que ese no era el final, pues en el primer bis abrieron con Agárrate a mí María, a la que siguió Por el Bulevar de los Sueños Rotos y Gracias por Elegirme, con la que abandonaron de nuevo el escenario con un "Gracias con todo nuestro corazón" de Álvaro.
En el segundo bis atacaron con Volver y Otra Tarde, donde el público volvió a mostrarse eufórico y dejó a las claras que aquel prinmer Lp, es una de las recopilaciones míticas de la música pop española (quien lo iba a decier). Después vinieron las presentaciónes del grupo y lo que a mí me pareció sencillamente mágico. Donde hicieron Canción Lógica de Supertramp, Stay de Jackson Browne y El sitio de mi recreo de Antonio Vega.
El final, como no podía ser de otra manera, fue una versión acapela del Déjame, donde los cinco componentes del grupo hacían los coros mientras el público cantaba de pé a pá la canción, y eso fue a las 12,55 horas. Por muy manida que esté la frase, cuando abandonaba el Palacio de los Deportes pensé primero, en el maravilloso concierto al que había asistido, y después, que Los Secretos forman parte de la banda sonora de varias generaciones de españoles.
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