martes, 16 de marzo de 2010

EN TIERRA HOSTIL


Kathryn Bigelow nos deja bien claro en el primer fotograma de su película, cuál es el lema de la misma y la perspectiva desde la que ella afronta este proyecto: ... la guerra es una droga. Cabe decir, que la frase completa es: "el ímpetu de la batalla es una potente y muy a menudo letal adicción, pues la guerra es una droga" (Chris Hudges) cuya novela "War is a force that gives US meaning" fue el libro más vendido en los EE.UU. en el año 2002. Pero lo que no hace la recientemente ganadora de un Oscar a la Mejor Dirección (primera ocasión en la historia de dichos premios que lo consigue una mujer) es tomar un partido claro respecto a dicho axioma, y así, el espectador puede suponer que la guerra es una droga: para los dirigentes que finalmente llegan a ella, para las industrias armamentísticas interesadas en los conflictos bélicos para vender mejor sus productos, para las religiones en su lucha histórica por superponerse las unas a las otras, o simplemente, para la necesidad de descarga de adrenalina por parte de una sociedad occidental henchida de progreso, bienestar y estrés, que cada cierto tiempo necesita soltar presión para sobreponerse a tanta tensión, lo que dicho sea de paso, viene representado a la perfección por el protagonista Jeremy Renner en su papel de sargento artificiero.


Preliminares aparte, En tierra hostil, está basada en las experiencias, que su guionista Mark Boal, fue acumulando en el período de tiempo que estuvo empotrado a un equipo de desactivadores del ejército norteamericano en Iraq (por el recibió el Oscar al Mejor Guión Original). Guión que la Bigelow transforma en una secuencia de imágenes que se caracterizan por dos cosas; una, el afán de transmitirnos, a través del movimiento de las cámaras, que nos encontramos más ante un documental que ante una película convencional; y otra (sin duda, la que convierte en magistral a la película) es el dominio de los largos planos-secuencia en los que se divide el film, dotándole de un ritmo distinto, y consiguiendo realizar una versión totalmente atípica de cómo rodar un película bélica, que sobre todo, la dota de altas dosis de realismo, a pesar de las críticas que dentro de las tropas profesionales norteamericanas ha despertado el tratamiento de las escenas, por su falta de profesionalidad.


En este sentido, En tierra hostil está en la antípodas de películas tan dispares como La Batalla de Hadiza (primera película que aborda la guerra de Iraq) que filma a los vehículos militares recorriendo el desierto a gran velocidad mientras sus soldados escuchan heavy metal, lo que te traslada sin mucha dificultad a las escenas de Apocalipsis Now con su desfile de helicópteros con La Danza de las Valkirias como telón musical de fondo, lo que en ambos casos, inunda las pantallas de pura epopeya belicista.


Pero la mirada de Kathryn Bigelow, se aleja de todas esas referencias fílmicas, para rodar una película cercana en ocasiones a los clásicos western, en donde el largo tiempo de espera para batir a unos insurgentes en una caseta en medio del desierto, se contrapone con la congelación de la imagen siguiendo el trazado en el aire de un casquillo de bala, desde que sale de la ametralladora hasta que toca el cercano suelo, como un fiel reflejo de la fina frontera que separan la vida de la muerte, apenas separadas por la distancia que hay entre el sonido de un disparo y su certero blanco en el cuerpo del enemigo.


Además, la mirada de la directora no se para en ese camuflado homenaje al cine clásico, sino que se molesta en mostrarnos aspectos que no pueden dejar de sorprendernos, como es el hecho de filmar una guerra que en nada se parece a todos aquellos enfrentamientos bélicos grabados hasta la fecha, porque por una parte, los iraquíes (mayores y niños) son espectadores directos de las acciones de desactivacioón de las bombas que los insurgentes han ido dejando a modo de regalo para los invasores en cualquier calle, edificio o esquina de Bagdad. Espectadores directos de la muerte y la destrucción, más que víctimas de la situación (algo que sale muy bien retratado en La Batalla de Hadiza); y por otra parte, la dudas y el miedo de unos jóvenes soldados norteamericanos, que en este caso, no disparan indiscriminadamente a la población como en tantas otras guerras anteriores a ésta.


En definitiva, En tierra hostil es una película de guerra distinta, como también lo es el escenario bélico que retrata.

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