Hola, Ángel:
¡Bravo, has
vuelto a hacerlo! He leído El juego de
los deseos y me ha encantado. Aquí
van, como te prometí, mis impresiones.
En primer
lugar, te ruego que tengas en consideración que soy, como se decía en mi época,
de ciencias. Lo que me resultaba más fácil eran las ciencias. Matemáticas,
física. Mi sueño era estudiar ciencias exactas, ya sabes la magia de los
números primos, la serie de Fibonacci, base de la Proporción Áurea, el milagro
de los números. Yo, al contrario que Adela, tenía todo el apoyo de mi padre
para cumplir mi sueño, pero cuando llegó el momento renuncié voluntariamente a
él para casarme. Lo más triste de esa decisión fue la desilusión de mi padre.
Te cuento
esto para que comprendas que no me siento capacitada para hacer críticas
literarias, pero eso sí, la lectura me apasiona. Es más que una afición, es una
necesidad.
Así que,
como simple lectora, aquí va mi impresión sobre El juego de los deseos. Tal vez te parezca un contrasentido, pero
es como me esperaba al tiempo que me ha sorprendido enormemente. Es como me
esperaba de un libro tuyo, tierno, intimista, lleno de sentimiento, de poesía. Pero
me ha sorprendido como has sabido plasmar las personalidades de estas tres
mujeres tan distintas y tan iguales. Sus deseos, anhelos, sueños,
frustraciones, miedos, y usando en cada una sus propias palabras, no las tuyas,
las de ellas.
Leyendo el
libro me he sentido identificada con las tres. Hay frases que podría haberlas
dicho yo, sentimientos que he sentido en diferentes momentos.
Como Adela
yo también he alcanzado algún sueño que no ha resultado como lo soñé. También
he sentido ira y miedo y dolor.
Como Laura
también he hablado de lo que pensaba pero no de lo que sentía. También creo que
todo amor conlleva un dolor y toda esperanza una amargura.
Como Galiana
me he sentido sola, perseguida, asustada.
Lo que me ha
convencido de que todas las mujeres, o mejor dicho, todos los seres humanos
somos iguales y distintos a la vez. "¿Cóo sería el mundo si las mujeres lo
gobernasen?” Creo que no sería ni mejor ni peor. Sería igual, pero distinto.
Solamente si lo gobernase un nuevo ser, mitad hombre y mitad mujer, el mundo
podría ser distinto y mejor.
Sobre los libros tengo una personalísima
clasificación:
Los que me
distraen, esos que tienen acción, emoción, intriga, que me empujan a llegar al
final para saber el desenlace. Los hay muy buenos, se leen deprisa y me hacen
pasar muy buenos ratos. Excelentes para huir.
Los que
principalmente me enseñan cosas que no sé. Esos que han hecho que me aficione a
la Historia, al Arte, a la cultura en general. Esos se leen más despacio porque
hay conceptos, datos, hechos que desconozco y que quiero retener y relacionar
entre ellos. Son los que han alimentado mi curiosidad sinfín y me dejan siempre
con ganas de más.
Por último,
los que me hacen sentir apelando a mis emociones, a mi yo más íntimo. Los que
conmueven mi corazón y me hacen pensar, sonreír, llorar, soñar. Esos en los que
no sólo es importante lo que se dice si no cómo se dice, y que he de leer muy
despacito o mejor aún leerlo dos o tres veces seguidas. Primero porque es un
placer y segundo porque cada vez encuentro una palabra, una frase que me lleva
a otras emociones.
De estos
últimos son tus libros, Ángel. El texto es más música que texto. Las frases
elegantes, los pensamientos delicados y
los sentimientos traslucen una ternura de la que el mundo actual está muy falto.
Me ha
encantado y me ha emocionado. No dejes de escribir nunca.
Y avísame
cuando presentes el siguiente, no quiero perdérmelo.
Un fuerte
abrazo,
Eloísa
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