La primera vez que escuché este CD, salté sin mucho esfuerzo hasta mi adolescencia, cuando en el colegio, mi profesor de literatura, nos ponía en un tocadiscos los poemas de Miguel
Hernández o García Lorca cantados por Joan Manuel Serrat o José Luis
Perales; un eco, el de los recuerdos, que a veces forja con hierro
incandescente en nuestro subconsciente momentos eternos de nuestras vidas que
creíamos olvidados. Como dice el propio Luis Alberto de Cuenca en la breve
introducción del disco: “poesía y canción
nacieron juntas en el albor del mundo”, a lo que podríamos añadir, que
igualmente juntas navegan por nuestra memoria con el don de los buenos recuerdos;
un territorio que como también nos apunta el poeta es un: “país de nunca jamás donde vivimos los poetas, hechos canción ahora
nuevamente, reintegrados a la casa común donde siempre han vivido música y
poesía”. A lo que cabría añadir que, en este caso, asistimos a la más pura
manifestación de la poesía como fuente de la cultura popular, pues ésta en sí
misma bebe y sacia su sed de su saber y sentir. La poesía es en sí misma las
matemáticas de la literatura, que sólo las mentes más privilegiadas logran
cultivar con la dignidad y el rango que tan noble arte se merece, pero que
unida a la música, se hace sueño, pues la palabra deja de ser verbo para
transformarse en algo más sutil y enigmático que es capaz de apoderarse de la
vigilia de nuestros pensamientos. “Cantar
es ser” nos apunta Rainer Maria Rilke en la
continuación al prólogo del disco, y cantar bajo el signo de unos poemas es ser
y poder ser, pues juntas materializan el más puro sentimiento del Hombre, pues
dota de cuerpo a los sentimientos. Y no sólo eso, porque otro de los grandes aciertos
del disco son las melodías elegidas para interpretar los poemas, pues lejos de
alejarlos en la nebulosa de lo intangible, nos los acercan con ritmos perfectamente
reconocibles y asumibles por cualquiera, pues todos esos sonidos forman parte
de nuestra cultura popular más profunda; esa que vence al paso del tiempo y se
comporta como vehículo de transmisión de un país, que año tras año y siglo tras
siglo, va acumulando más sabiduría. España, país de grandes poetas y músicos,
que en La palabra y el tiempo II podemos disfrutar, y no sólo eso,
porque también, podemos auto complacernos con estas pequeñas dosis de
autoestima de las que tanto estamos huérfanos últimamente, pues la cultura en
sí misma es la mayor manifestación de lo que fuimos y lo que podemos ser, sin
olvidarnos por ello, del infinito poder intrínseco que posee el ser humano a la
hora de expresar sus sentimientos y la bondad y los pesares de la vida.
En definitiva, gracias a la
perseverancia y amor por la cultura de Santiago Gómez Valverde, podemos
disfrutar de la fusión entre música y poesía en un segunda edición de La
palabra y el tiempo II, una propuesta musical y poética que convierte
en canciones poemas universales escritos por autores insustituibles de la
literatura universal hispana. El disco ha sido creado, musicado y dirigido por
el propio Santiago y producido por Paco Ortega, con la participación
activa de Juan Carlos Mestre y Luis Alberto de Cuenca. Los poetas
musicados son, entre otros: Luis de Góngora, Lope de Vega, Gustavo
Adolfo Bécquer, Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca, Pedro Salinas, Luis
Alberto de Cuenca, Felipe Benítez Reyes, etc. En cuanto a los cantantes
que pone voz a los poemas, podemos destacar a Paco Ortega, Pablo Guerrero y
Valderrama, así como, Francisca Aguirre, Felipe Benítez Reyes, Eloy
Sánchez Rosillo y Joaquín Pérez Azaústre, recitan sus propios versos.
Reseña de Ángel Silvelo Gabriel.
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