Casualidad o no, en el breve espacio de unos días he sido un espectador, mudo, de confesiones o publicaciones que no han hecho sino evidenciarme que transcurren malos tiempos para la música independiente española. La primera de ellas, fue expresada de cara al público, en el concierto que el pasado fin de semana se celebró en una conocida sala madrileña, cuando el cantante del grupo expresó sin complejos los miedos y dudas que les había costado vencer para enfrentarse a la creación de su nuevo disco, entre otras circunstancias, por ese temor innato de todo artista ante la falta de apoyo por parte del público que, en esta ocasión, acudió en gran número al concierto en el que, como el ave fénix, querían resurgir de sus cenizas, lo que de paso imaginamos, que disiparía parte de sus miedos. En ese mismo concierto, esta vez fui receptor, en el transcurso de una corta conversación privada que tuve con el cantante de uno de los mejores grupos del indie español (gran músico y mejor compositor y letrista) de ese otro miedo que acecha a los artistas, que no es otro que el de ver caer su esfuerzo en saco roto, pues a pesar de que su grupo sin duda tiene una magnífica proyección, su ánimo se teñía del ambiente de pesimismo reinante en este país y por ende en el mundo de la cultura en general, pues más allá de las promociones, entrevistas y conciertos, la cosa para los grupos emergentes cargados de un grandísimo talento pinta mal, tal y como este gran compositor me confesaba: escasez de presencia en los festivales y nula programación de conciertos para el verano, tanto en salas pequeñas como en fiestas populares. Con IVA y sin IVA, la cultura se va a pique por mor de la crisis que, como una riada sin freno, se lo está llevando todo por delante. Sin embargo, en la escala de la tristeza que a uno le acoge cuando ve tanto talento a punto de desperdiciarse por el desagüe de la vida, se queda perplejo cuando en Facebook ve el anuncio de otro grupo, magnífico en su música y letras, anunciarse a precio de saldo para todo tipo de eventos particulares, familiares y festivos, pudiendo elegir entre formato completo de grupo o reducido en acústico (apenas 700 € IVA incluido grupo completo, suponemos que por hora y media de actuación). ¿Hasta dónde tenemos que llegar para verlo todo destruido? Por si fuera poco, uno se queda más perplejo todavía cuando ve el palmarés de los últimos Premios de la Música Independiente: ¿indepe qué?, pues salvo el de grupo revelación y poco más, todos vuelven a estar copados por artistas que con la vitola de independientes son más que conocidos y reconocidos más allá de la cultura íntegramente underground en la que se mueven los músicos a los que hice referencia con anterioridad, y que sí son auténticamente indies (si este término aún significa algo), pues están fuera de los grandes círculos (o son simples convidados de piedra) en los que se mueven estos otros. Estos músicos y compositores nada tienen que ver con grupos como Amaral, Vetusta Morla, Love of Lesbian, Xoel López o Niños Mutantes, etc, por supuesto, todos ellos excelentes artistas de grandes bandas, pero no genuinamente indies, es decir, que no se encuentran al margen del gran negocio ni de los circuitos de grandes masas de la cultura musical española. Ídem, si nos acercamos a los medios de comunicación, ¿qué necesidad de reconocimiento necesita nuestra venerada Radio3 a estas alturas? Por si alguien no lo sabe, esta emisora y su programación, con las variaciones que el paso del tiempo exigen, ya existía allá por los ochenta, y algunos de sus protagonistas y conductores de programas siguen siendo los mismos a día de hoy (un gran mérito por cierto que denota su amor por la música), pero ¿no hay más medios que en verdad necesiten ese reconocimiento? Y vaya por delante mi veneración por Julio Ruiz y demás periodistas que han formado parte de la cultura musical de mi vida y mi formación como persona, faltaba más. Pero, qué ocurre en todos lados si lo único que hacemos es regodearnos con la gente que ya pertenece al más puro stablishment de la industria, independiente o no.
Esta humilde reflexión, pone de manifiesto, los malos tiempos que corren para el llamado indie español y son el reflejo de la doble cara de una misma moneda. Y en nuestras manos está el poder cambiarlos: músicos, productores, promotores, periodistas, reseñistas, público amante de esta música…, porque si no, se no van a ir por el desagüe de la cañería la mejor generación de músicos que este país ha tenido en toda su historia.
Ángel Silvelo Gabriel.
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