domingo, 24 de noviembre de 2013

UNOS SECOND MÁS DIRECTOS TRIUNFAN EN LA SALA OCHOYMEDIO DE MADRID


 
 
La dinámica creativa de los artistas está en constante proceso de transformación, o al menos eso es lo que han pensado Second a la hora de plantearse su nuevo y último disco Montaña rusa, y los directos que le están siguiendo (en sí mismo, el título del disco ya es toda una declaración de intenciones). Una dinámica que ayer se manifestó sobre el escenario de una forma serena (sin duda, porque se trata de ese tipo de seguridad que cada uno tiene cuando sospecha que ha acertado en aquello que hace). Una serenidad que, sin embargo, no estuvo exenta de fuerza y energía que, esta vez, les llevó a Los Cinco de Murcia a ser más directos que nunca. Y una certeza que se manifestó tanto a la hora de tocar las canciones como al elegir el setlist del concierto, pues en sí misma, la secuencia de los temas fue como una perfecta montaña rusa multicolor, plena de matices y sensaciones, por momentos únicas. Sí, Los Cinco de Murcia fueron sin rodeos al centro del alma de sus seguidores, y lo hicieron sin tener que renunciar por ello a su esencia, lo que les llevó a presentarnos de una forma más que brillante parte de los nuevos temas de su nuevo disco, donde como no podría ser de otra manera, 2502 y Caramelos envenenados junto a una sorprendente y mágica, por lo maravillosa, Si todo se oxida, fueron la mejor tarjeta de presentación de Montaña rusa. Un acierto a la hora de ejecutar las nuevas canciones que nos trajo a la mente el tan cacareado debate sobre el cambio que los murcianos han dado a su estilo (uno mismo cayó en esa trampa en las primeras audiciones del disco, como después del concierto le manifesté al bajista Nando Robles en el camerino). Sin embargo, después de escuchar el disco varias veces, podemos afirmar que Second y su música son un único conjunto que se manifiesta de diferentes maneras, pues sus nuevas canciones hay que, decir y admitir, que han acercado su música a un público más joven; ese que mantiene vivo el negocio de la música independiente en España sin apoyo oficial (el poco que tiene se manifiesta a través del cierre de las salas de conciertos más míticas del país), y que verano tras verano llena los festivales de ganas de vivir. De ahí, que ayer tuviéramos el privilegio de disfrutar de esa doble vertiente que hay en la música del grupo murciano, pues también fuimos testigos de la presencia en su repertorio de himnos como Muérdeme, donde una abarrotada Sala Ochoymedio de Madrid (que presentó el enésimo soldout de la gira) con el brazo en alto, latía al unísono como un único corazón al ritmo de esta gran canción, algo que también ocurrió con N.A.D.A., y que se transformó en una especie de oración colectiva cuando sonó Rincón exquisito. Second conoce muy bien el gusto de sus seguidores y ayer lo bordó a la hora de ofrecerles sus mejores presentes. En este sentido, y dejando aparte las diferencias conceptuales de su música, lo que sí nos quedó claro, una vez más, es lo que gana este grupo en directo. Sus canciones nunca suenan igual, pues las adornan de nuevos matices sin que pierdan su hilo conductor, algo que sin duda se debe a que sobre las tablas del escenario hay cinco grandes músicos que se reinterpretan a sí mismos una y mil veces sin miedo a equivocarse. El secreto mejor guardado de Los Cinco de Murcia es esa innata facilidad para evocar los momentos más mágicos que cada uno tiene muy bien guardados en el fondo de su corazón, y ayer, de nuevo, Second fueron muy placenteros en este sentido. 

2502 fue la canción encargada de abrir el concierto, y lo hizo con un inicio atmosférico, como los conciertos de antes, donde los prolegómenos eran muy tenidos en cuenta por los grupos (sobre todo los anglosajones), pero que enseguida deviene en eléctrico. Nada más empezar, nos damos cuenta que nos encontramos ante uno de los grandes temas del nuevo disco, donde Sean Frutos nuevamente se revela como un gran letrista. Y así, 2502 se convierte en un auténtico paseo por las nubes cibernéticas del cielo de Second, compuesto de sonidos electrónicos que salen de las manos de Javi Vox: "tele transportémonos a 2502/ quiero der un frío ser cibernético". Un viaje celestial que nos lleva a Psicopático en clave de suspense que, sin embargo, se transforma enseguida en una pista de baile que comienza en el escenario con Sean bailando a lo pogo y se propaga al resto de la sala, mientras que un "oh, oh, oh" ampliamente coreado llena hasta el último rincón del recinto, lo que ya nos dio pistas de la intención de los allí congregados: hacer más grandes, si cabe, a Los Cinco de Murcia, que les devolvieron el favor en una especie de tobogán emocional pleno de intensidad. Antiyó fue otro de los temas nuevos que sonaron ayer, y que Second atacaron con un inicio progresivo que se rompe en eléctrico cuando una gran preeminencia de guitarras eléctricas profundizan en fuertes rasgos brit-pop bajo la sombra de la montaña rusa que Second nos propone; una especie de pirámide que derrocha mensajes futuristas, y que nos lleva a uno de los clásicos, porque Mañana es domingo suena a música celestial y tan arrolladora como siempre: "qué fácil la victoria", y donde otra vez, asistimos a un verdadero recital de guitarras eléctricas que se insinúan como sólo lo hacen los enamorados la primera vez; perfecta canción que nos sirve para llegar a Demasiado soñadores (otro clásico) que viene acompañado de un derroche de ritmo, en el que Jorge inicia un punteo con su guitarra que cambia un poco la melodía, pues se asemeja a una sirena de emergencias que nos avisa de los peligros que conlleva el ser demasiado soñadores; un matiz que no va con sus seguidores, que siguen entregados y a los pies de sus dioses musicales. Este tema fue sin duda una de las muestras más palpables de ese sonido más directo y con menos adornos de Second, que ayer se mostraron más desnudos que nunca. Algo a lo que contribuyó Muérdeme (uno de los grandes momentos de la noche) con un inicio muy atmosférico y perfectamente arropado por los aplausos de los asistentes, y con Fran de pie sobre la batería. Muérdeme fue ampliamente por el público y con el brazo el alto, una manifestación de fusión entre escenario y pista que nos estremeció y emocionó especialmente. Este medio tiempo tiene muchísima magia y Second la saben explotar al máximo: "oh, oh, oh,..."; himno majestuoso con un final infinito... 

Y qué más se puede pedir después de esta demostración de genialidad y suficiencia. Pues sí, de hecho había más, y para no descansar en este teatro de las emociones en el que ayer se convirtió la sala Ochoymedio, empezaron a sonar las primeras notas de Más suerte, el toque intimista de la velada, que comenzó en plan acústico con Jorge a la guitarra y Sean a la voz (el frontman del grupo ayer se mostró mucho más tranquilo y pausado que en anteriores ocasiones en sus visitas a Madrid), que convirtieron la canción en una ola envolvente y magnética cargada de fuertes emociones de la mejor sinrazón: la música. Magníficos acordes que nos revientan el corazón, del que sólo salen lágrimas de alegría. No se nos ocurre mejor prólogo que éste, antes de escuchar Caramelos evenenados, una de las mejores canciones del nuevo disco, que se inicia en plan lento, pero como en el disco, sube y sube…, y se tensa y se tensa… hasta decir basta; rómpete ya. En medio de este festival musical, Sean Frutos nos invita a un cóctel emocional por partes: "tú lo hiciste todo bien". ¿Bailamos?, ¡Bailamos! Sí, bailamos... hasta emocionarnos, porque las guitarras toman el mando en una eclosión de sonidos mágicos y envolventes como pocos; magnífica. Sin bajarnos de esa especie de nube, Los Cinco de Murcia nos anuncian que hemos llegado a un nuevo planeta de baile llamado Second dance, y a partir de ahí, comienza a sonar Las serpientes, que aterriza con unos ecos electrónicos acompañados de unos rush entrecortados de guitarras poderosas. Aquí asistimos al universo Second en clave eléctrica, y asociado con el lado más salvaje del brit-pop español. Extenuación fue un eco de U2, pero con Jorge Guirao a la guitarra (¡qué gran músico es!) dándole una gran profundidad a la melodía que se deviene en hipnótica a medida que avanza: "está prometido, lo intento, lo intento". Inmejorable compañera de viaje para presentarnos la gran novedad de la noche, reclamada por sus seguidores a través de las redes sociales. La distancia no es velocidad por tiempo se abrió con un interludio de teclados y con un inicio vocal discursivo tipo rap a cargo de Sean, hasta que llegamos a las guitarras, que nos imponen un gran estribillo que ya se conoce todo el mundo: "olvídate, distancia no es igual a velocidad por tiempo" y que una vez más levanta todas las manos del público asistente, lo que le convierten en otro de esos momentos mágicos de la noche (prueba superada chicos). Con Rincón exquisito, Sean se atrevió a decir en clave de despedida eso de: "muchas gracias Madrid, y a la gente que ha venido de fuera. Esta canción va para todos vosotros, porque sois exquisitos". Y a partir de ese instante, se inicia un torrente interminable de emociones y sonidos ya conocidos, pero no por ello menos auténticos, que convirtieron la Ochoymedio en un inmenso karaoke repleto de móviles haciendo fotos para inmortalizar el momento. Himno único y sobresaliente que, como la lluvia de verano, moja pero no nos impide seguir debajo de ella; lluvia de sensaciones que nos recoge y nos resguarda... y nos mima; y que acaba en una grandísima ovación que cierra la primera parte del concierto. 

Second no pudo elegir mejor tema para volver que Si todo se oxida, otra de la gratísimas sorpresas de la noche, porque gana muchísimos enteros en directo, y que tras el recordatorio de Fran Guirao acerca de que el 1 de diciembre se cumplía un año desde su anterior concierto en la misma sala, asistimos a un largo inicio con Sean a los teclados, y que deriva en un subidón entrecortado por un: "oh, oh, oh... tú has preferido pasar a la acción". Perfecto medio tiempo que reside en los efectos electrónicos "pequeñas dosis no son letales", y que se fusiona con un ritmo que se eleva sin dificultad y hace que Sean vote sobre el escenario poseído por sus propias dosis de ritmo; genial. Con Espectador se baja un poco la intensidad, mientras los móviles toman el mando y nos preparan para el fin de fiesta entre riffs de guitarra que convierten al tema en un espacio de navegación intergaláctica que nos lleva al gran final con Lobotomizados, que de nuevo nos sube al pico más alto de la montaña rusa, y nos devuelve a la pista de baile (¿alguna vez la habíamos abandonado?): "oh, oh,oh, estamos lobotomizados / y ahora somos tus esclavos", y nos prepara para un eslalon pleno de guitarras "tú, tú diferentes" coreado por el público y que sirve para terminar el tema de una forma majestuosa, hasta que al llegar a N.A.D.A, una nueva sinfonía de guitarras logran que el público levante de nuevo sus brazos, mientras sobre el escenario los Second se muestran majestuosos como en pocas ocasiones lo han conseguido, en una nueva demostración de la genialidad que llevan dentro: ARTISTAS. Intensas emociones que nos llevan tras una grandísima ovación hasta Autodestructivos, una canción que emerge otra vez desde la pista de baile y con las manos arriba de los asistentes que aplauden sin parar, bajo la sintonía de unos teclados que nos mecen los oídos y que acaban con Sean y Jorge en el suelo. 

Rodamos es el segundo bis, y cierre definitivo del concierto, pero como a lo largo de la noche, quiere tener su momento de gloria y sonar distinta. Y así lo hace, porque comienza con Javi Vox desconectando el teclado e invitando al público a cantar los primeros acordes de la canción, lo que concierte al recinto en un omnipresente "oh, oh, oh", al que poco a poco se acopla el resto del grupo, y que no impide que ocurra lo inevitable. Rodamos, rodamos... Sí rodamos, porque una vez más unos Second más directos triunfan en la sala Ochoymedio de Madrid.
 
Reseña de Ángel Silvelo Gabriel. 
 

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